A propósito del conmemorarse este próximo 25 de noviembre el día internacional de la No Violencia Contra la Mujer, es de alto interés propiciar una sociedad que respete su libertad, la dignidad y sus derechos; y por supuesto, fomentar la Tolerancia Cero a cualquier manifestaciones y formas de abusos y violencia en su contra.
El día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante resolución número 54/134, el 17 diciembre del año 1999.
La propuesta de celebrar el día internacional de la no violencia contra la mujer la realizó la República Dominicana en Naciones Unidas, la cual contó con el respaldo y apoyo de 80 países, en ocasión y por motivo del asesinato por la Tiranía Trujillista de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal.
Este es un fenómeno de complejos y amplios análisis, por lo que, motivados en esgrimir sólo una arista de este asunto, nos motiva indagar el origen de la agresividad humana.
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Robert Greene, autor de “las 48 leyes del poder”, y otros bestseller como “Maestría”, en su libro titulado: «las leyes de la naturaleza humana», explica, además de múltiples asuntos, «la fuente de la agresividad humana», en el cual refiere que:
«A diferencia de cualquier otro animal, los seres humanos estamos conscientes de nuestra mortalidad… este pensamiento nos persigue toda la vida… quienes nos rodean son igualmente impredecibles: no podemos leer sus pensamientos, anticipar sus acciones, ni depender por completo de su apoyo. Dependemos de los demás, quienes a menudo no cumplen la labor que les corresponde. Tenemos deseos innatos de amor, ilusión, estipulación, y con frecuencia escapa a nuestro control satisfacerlos como quisiéramos. Además, tenemos inseguridades derivadas de heridas de nuestra infancia. Si ciertamente hechos o individuos activan esas inseguridades y reabren viejas heridas, nos sentimos débiles y vulnerables» (pág. 540, Ob. Cit.).
Este pragmático relato enfoca una de las razones del por qué la violencia de algunos atropellan de manera sistemática a personas vulnerables, entre dichos grupos se encuentras las mujeres.
Criaturas obstinadas, ansiosas de poder y dominación es lo que conlleva a avasallamientos de forma atroz de hombres convulsos contra mujeres en condiciones vulnerables.
Esa es una especie que se evidencia en agresores crónicos, cuya sensación de impotencia o frustración les hace sentir inseguros y frágiles, y deben encubrir lo que experimentan con desmedidos deseos de poder y control. También, son proclives a obviar los límites y anulan cualquier noción de escrúpulos y responsabilidad social.
La vida familiar en la temprana edad desempeña un rol decisivo, por ejemplo, si se les golpeó en la niñez, con frecuencia recurrirán a golpes y abusos físicos de adultos. Así expresan la sensación de control con la que crecieron en su infancia.
Esto implica que la agresividad humana puede tener su origen en una inseguridad subyacente, lo cual conlleva a materializar una acción violenta por sensaciones de impotencia y ansiedad de forma inconsciente; ya que su autoestima está ligada a la obtención de poder, control y adicción desmedida al abuso por medio de maniobras y manipulaciones bien orquestadas.
Comprender este esquema es relevante, para abordar la prevención de la violencia contra la mujer, integrando la perspectiva del análisis de la fuente de la agresividad y la violencia humana.