Por Dra. Carmen Elisa Bueno-Nutrióloga Clínica- Obesóloga Dietista/ @drabueno
En las últimas décadas diferentes artículos científicos vienen estableciendo que la vitamina D es más parecida a una hormona que a una vitamina en común, siendo llamada Pro hormona D, hormona D o la «hormona encubierta». Más allá de su rol en el metabolismo fosfocálcico, la evidencia generada es que es una hormona con acciones pleiotrópicas (múltiples efectos fenotípicos) y sistémicos más allá del efecto óseo, teniendo un impacto en el sistema inmunológico, cardiovascular, oncológico, dermatológico, esclerosis múltiple, trastornos cognitivos, demencias e incluso infecciones crónicas como la tuberculosis.
La vitamina D es un compuesto liposoluble imprescindible para el mantenimiento de una buena salud general y que se adquiere principalmente a través de la síntesis cutánea tras la exposición a los rayos UV del sol y en menor medida con la ingesta de alimentos. A nivel hepático se transforma en su principal metabolito circulante; la 25-hidroxivitamina D, químicamente 25(OH)D. Proviene de dos fuentes principales: el ergocalciferol o vitamina D2, que es aportado por alimentos vegetales, y el colecalciferol o vitamina D3 que es sintetizada en un 98% a nivel cutáneo y se encuentra también en algunos alimentos como los pescados grasos. A nivel renal sufre su transformación a 1,25(OH)D, metabolito activo que funciona como una verdadera hormona en múltiples tejidos que tienen sus receptores.
La deficiencia de vitamina D ha sido catalogada como una epidemia silenciosa y altamente común en la población, pero la mayoría de las personas no saben que la tienen, ni los riesgos para la salud que conlleva la falta de esta. Existen factores que predisponen aún más su deficiencia, tales como la edad (envejecimiento), la obesidad- ya que el tejido adiposo secuestra esta vitamina liposoluble- la falta de exposición a la luz solar, influyendo las estaciones del año (otoño-invierno), las personas de piel oscura, algunas enfermedades del tracto digestivo que causan malabsorción y enfermedades renales.
Un estudio arrojó que contar con niveles séricos de 25-OH-vitamina D entre 40-60 ng/ml podría ser clave para combatir la hiperinflamación de la COVID-19, generada por la tormenta de citoquinas (IMIBIC, 2020).
La suplementación con vitamina D es eficaz y segura siempre y cuando sea identificada mediante analíticas sanguíneas para corregir su déficit con la dosis adecuada, consumir alimentos ricos en vitamina D (ej. pescados grasos como salmón, atún, sardinas, huevos, lácteos y cereales enriquecidos) así como la exposición solar adecuada diaria, en las primeras horas de la mañana o finalizando la tarde, para mantener un estado de salud óptimo e integral. Esta columna es la sección educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tus preguntas a: sodonuclim@gmail.com / @sodonuclim