Vivimos en una isla o en el continente

Vivimos en una isla o en el continente

Fabio Herrera Miniño.

Se nos hace difícil discernir nuestra convicción de que somos habitantes de una pequeña isla enclavada en el mar Caribe junto con todo un archipiélago de pequeñas islas que le dan forma y color al colorido caribeño poblado de decenas de nacionalidades.

Todas esas naciones están formadas al influjo de las migraciones europeas que comenzaron a llegar en el siglo XVI después que las islas se abrieron a nuevas razas europeas que arrasaron con las civilizaciones autóctonas y saqueándoles toda riqueza visible en esos territorios y exterminando a sus habitantes originales.

La isla Hispaniola era la más codiciada por las facilidades de navegación desde Europa contando poblaciones en condiciones de civilización muy rústicas donde la inocencia con el sexo se trastornó, ya que andaban desnudos y el destape se lo proporcionaron los europeos.

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La ocupación por parte de los filibusteros, flamencos y franceses de la isla Tortuga, y la llegada de los colonos franceses junto a los bucaneros de largo historial, modificaron la fisonomía de la isla de Quisqueya. Allí los colonos franceses y flamencos establecidos en el occidente y la costa norte de la isla modificaron por completo las nuevas tierras de la isla que habían sido penetradas por los europeos y los esclavos africanos que eran traídos de la costa oriental de África en condiciones infrahumanas por recomendaciones de las órdenes religiosas que ya veían cercana la desaparición de la raza indígena por los abusos cometidos contra ellos.

Los franceses en la costa norte de la isla la ocuparon desde la península de Samaná hasta la mole de San Nicolás. Con el acuerdo de Ryswiky, los franceses recibieron patente legal de ocupación. De esa forma se le dio origen a la colonia más rica de los europeos en América. La colonia ofrecía grandes riquezas agrícolas y los colonos franceses con sus esclavos convirtieron su colonia en un vergel hasta el 1800 y años siguientes cuando la rebelión de los esclavos derribó toda esa prosperidad hasta hoy arrastrando la miseria ignorancia a lo que había una rica colonia abastecedora riquezas para la madre patria francesa. A principios siglo XIX esa colonia era una generosa fuente de riqueza para el Gobierno francés en su última etapa de los reyes de Francia. Ya se estaba en los primeros tiempos de la revolución y la guillotina funcionaba 24 horas al día cortando cabezas de los nobles y personajes no adictos al pueblo. Napoleón Bonaparte inició su largo proceso de apoderarse de toda Europa y hasta incursionó en el Caribe enviando una fuerza expedicionaria con su cuñado a la cabeza para hacer de la isla un bastión de la cultura francesa.

Los franceses fracasaron en su ocupación de la parte oriental de la isla y los haitianos después de apoderarse de unos 4 mil kilómetros cuadrados de territorio dominicano se sintieron con poder y tener armas y recursos en 1822 decidieron ocupar toda la isla a nombre de sus derechos y su fuerza. Ya conocemos lo que ocurrió marcando el 1844 como fecha cumbre de la dominicanidad. Las doce batallas gloriosas que ensangrentaron el suelo dominicano desde 1844 hasta 1856 sellaron un derecho eterno de haberse forjado una nacionalidad fruto del heroísmo dominicano y de su amor a la libertad.