Voluntad política– ¡Albricias! Ya sabemos cuál es la clave del éxito de las visitas sorpresa del presidente Danilo Medina, quien al exponer ante la XXIV reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (Fao) que se celebró en Roma, Italia, explicó que el programa persigue, fundamentalmente, romper con la cultura asistencialista: voluntad política. La misma voluntad política, vale la pena recordarlo en estos momentos, que hizo posible la exitosa renegociación del contrato con la minera Barrick Gold, y que convirtió en realidad lo que parecía un sueño inalcanzable: asignar el 4% del Producto Interno Bruto a la educación. Pero también, porque todo hay que decirlo, la voluntad política que precisamente ha faltado para perseguir la corrupción que como un lastre cada vez mas pesado arrastran los gobiernos peledeístas, o para definir con claridad, sin ambigüedades ni populismos, lo que se quiere hacer desde el gobierno con nuestros recursos mineros. De la voluntad política de un Presidente depende que se hagan o se dejen de hacer demasiadas cosas, sobre todo –diría un politólogo– en una democracia tan presidencialista como la nuestra, donde con demasiada frecuencia los que gobiernan se olvidan –probablemente porque nunca les importó– de cuál es la voluntad de los ciudadanos. Son taras de nuestra democracia con las que, al parecer, habrá que aprender a convivir, pues los responsables de eliminarlas, es decir los políticos, no están interesados en hacerlo sencillamente por que no les conviene. Pero eso no impide que sigamos soñando con el día en que la solución a los eternos problemas de este pobre y jodido país no dependa de la voluntad de los políticos.