Lo malo se promueve solo. No hay que hacerle propaganda a la mediocridad porque el morbo debe ser uno de los productos más rentables del entretenimiento. Y te apoyo cuando usas tus redes para criticarlo, hasta yo lo haría si sirviera de algo.
Pero hoy quiero proponerte que usemos otra estrategia; y qué tal si, en vez de darle preponderancia a los demonios, usamos ese tiempo para exponer a los ángeles. Hay muchísimas cosas positivas que suceden, pero tú ni caso le haces.
Twitter, por ejemplo, se ha vuelto una sinagoga digital donde llega cualquiera a restarles méritos a personas que no conoce y que, contrario a su inferior personalidad, se atreven a ser y estar por encima de lo que el resto diga.
Entonces tienes perfiles, casi siempre alter egos, que solo esperan una notificación para vomitar azufre. Pero esa misma persona no da ni un mísero like a cosas positivas del mundo.
Su emoción es mandar fuego a todo y todos, una actitud que masturba sus genitales mentales de creerse importantes porque recibieron el menudo de un boche entero que dieron.
Lo propio veo que pasa en Instagram. No bien compartes algo, cuando aparecen los policías de la moral para desinflarte el post.
Personas que entienden que lo único bueno es lo que creen y de las 147 veces que revisan su móvil en el día, hay 100 para entrar a perfiles populares y evacuar lo que sea en contra, 40 para poner emojis de la sexta y séptima fila y las siete restantes para dar likes a las siete cuentas falsas que tienen.
Pero este escrito no es para describir la hipotenusa de tu demagogia deontológica, sino para apelar a tu sentido común de que, manín, si le damos paso a aquello que indirectamente intentas resaltar, genera mucho más efecto que criticar lo negativo. Y es publicidad 014: lo que no se conoce, no se comparte.
No existe publicidad mala, y menos en las redes. La gente que se hace viral haciendo disparates lo logra porque tú, yo y everybody lo promueve con aplausos o críticas.
Cuando hablas mal de algo o alguien, creas una necesidad en los demás de saber qué y por qué pasa eso, por lo que van inmediatamente a buscarlo. Es una estrategia muy vieja, pero sigue funcionando.
“Pero es que fulanito solo entrevista gente que no aporta nada”. “Mira al otro copiando otra vez”. “Aquel solo resalta lo malo de los barrios”. “Mira aquella que solo habla de tríos”. “Ahora tienen un circo inventando chismes”. “Pero fulano solo responde cuando hablan mal de él”. “Voy a dejar de seguirte por todo lo que subes”. Y bla bla bla…
Esas frases las escucho muchísimo de la gente, pero cuando le preguntas si siguen a otros con contenido positivo solo te dicen ¿Y quién lo conoce? ¡Ah coño! El que hoy es un vertedero en algún momento fue una esquinita que creció a medida que compartimos su basura para promoverlo o criticarlo. Si usted le da prioridad a lo positivo, seguro que crece y se vuelve viral.
El problema es que lo que te gusta es joder y sentirte importante porque un famoso se fue en discusión contigo, fatal.
Y sí, lo bueno es relativo por un concepto subjetivo, pero hay contenido y hay CONTENIDO. Déjese de relatividad que usted no es Einstein, todo el que tiene dos dedos de frente sabe cuándo algo aporta y cuándo no.
Hay emociones y aspectos psicosociales que científicamente estimulan o afectan la forma de pensar, si algo altera tus sentidos o te evoca emociones que dañan, estoy segurito que no es bueno.
Con los años he aprendido que siempre será mejor resaltar lo positivo que criticar lo negativo. Incluso, si critico, trato de hacerlo brindando opciones optimistas.
No es que lo bueno no da views o que la gente prefiere el morbo, es que quienes tenemos el poder de hacerlo visible preferimos dedicarle tiempo a lo otro y, en consecuencia, el otro lado es como si no existiera. Si realmente quieres hacer algo valioso, dale valor a lo bueno.