“Naturalmente, si nadie va preso por el escándalo de Odebrecht, todo será en vano”. Con esa expresión terminé mis recientes artículos sobre los sobornos de Odebrecht. Y ya hay presos por Odebrecht.
Se trata de 14 personas, hombres todos, entre los cuales hay tres legisladores protegidos por la inmunidad parlamentaria, que ya el juez especial, Francisco Ortega, ha pedido al Congreso sea levantada; muchos son conocidas figuras, encumbrados dirigentes de las principales formaciones políticas –PLD, PRM y PRD-, junto a empresarios y cabilderos. Son “tutumpotes”, en el lenguaje coloquial de Juan Bosch cuando era perredeísta.
El lunes 29 de mayo, día del apresamiento de 11 inculpados, constituye una dolorosa fecha para sus familiares, amigos y relacionados, pero representa un punto de inflexión para el obligado adecentamiento moral de la sociedad dominicana y de la clase política; una tiempo histórico para la Justicia, representada en el Procurador General, Jean Alain Rodríguez, y un desafío inédito para los jueces que fallarán las etapas del proceso público, oral y contradictorio.
Creo que Alain Rodríguez realiza una investigación exhaustiva, imparcial e independiente. Ha dedicado más de seis meses a profundizar esta pesquisa sin precedentes, cooperación de fiscales brasileños y colaboración del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Nadie, excepto jueces, está capacitado para dictaminar culpabilidad o inocencia, pero entiendo que los senadores Julio César Valentín y Tommy Galán; Víctor Díaz Rúa, Radhamés Segura y Temístocles Montás; los perremeístas Alfredo Pacheco (diputado), Andrés Bautista, César Sánchez y Roberto Rodríguez, el perredeísta Rudy González; y Ángel Rondón, Máximo de Oleo, Conrado Pittaluga y Bernardo Castellanos, tendrán que hilar fino para sostener su inocencia.
Pero también fue un día triste para la nación.