Este es un refrán que sirve para comentar la reciente presentación que hicieron en el Palacio Nacional, con toda la parafernalia comunicacional del gobierno, en la cual los Obispos de Santiago y San Juan de la Maguana, Ramón Benito De la Rosa Carpio y José Dolores Grullón, armados con un mapa, expresaron su apoyo incondicional a un Proyecto de carretera Norte – Sur entre esas dos importantes ciudades del país.
Es evidente que con esta presentación los máximos representantes de la Iglesia Católica de esas regiones han querido dar un espaldarazo a la aparente decisión del gobierno de unir dichas ciudades atravesando las principales fuentes hidrográficas del país, no obstante las opiniones en contra que han emitido los técnicos de la UASD, la Academia de Ciencias y otros grupos ecologistas, utilizando una influencia que les viene del ámbito religioso que dignamente ostentan. Como tuve oportunidad de escribir por esta columna el 18 de agosto del año pasado, dicha carretera, que ha sido por muchos años el sueño dorado de las élites santiagueras, asumiendo que esta les daría mayor protagonismo en el quehacer económico y social del país. Decía entonces que desde 1929 se han estado construyendo algunas vías Norte – Sur, como la carretera internacional en la frontera, la de Constanza – San Jose de Ocoa; y más recientemente la muchas veces iniciada que une a San Juan de la Maguana con Barahona y la de Ocoa con Bonao, aunque sin tocar el eje de la cordillera central, de donde surgen los principales ríos de la isla, Yaque del Norte y del Sur, el Yuna, el Ozama, y muchos más, a excepción del río Artibonito.
El Proyecto de marras atraviesa los grandes parques nacionales, que es la zona que se conoce como Madres de las Aguas. Ya se hizo un intento parecido en 1978, pero recibió el rechazo casi unánime de todos los entendidos y gran parte de la población. Es obvio que descontando la buena intención que sin duda tienen los mentores de este proyecto, la única de todas las rutas posibles que ahorrarían realmente tiempo y distancias significativas es la de Santiago-El Rubio-Sabaneta-San Juan, pero esta afectaría, según los estudios realizados, a 10 cuencas hidrográficas fundamentales, actualmente con una cobertura forestal entendida, la principales zonas de riego, dos acueductos mayores del Cibao y grandes alturas por superar.
La construcción de túneles para esas vías, además de costosos, destruirán las escorrentías de varios de los ríos que transcurren de manera subterránea, aparte del incremento de la desforestación, al conuquismo y los incendios. Todo ello produciría una verdadera catástrofe ecológica que conllevaría la depredación del sistema de aguas que es responsable del 80% en la Isla Española.
La influencia de esos connotados religiosos debe utilizarse más bien para controlar la violencia desenfrenada y todos los males sociales que abundan en el país, pero no para avalar pura y simplemente las aspiraciones legitimas del progreso que tienen las regiones del Cibao Central y el Valle de San Juan; porque carecen de la base técnica que es fundamental para ese tipo de empresas.
Como se dijo ¡Zapatero a tus Zapatos!