“Zapatero, a tus zapatos”, nos enseña con sabiduría milenaria el conocido refrán.
En muchas ocasiones el Estado dominicano ha sido puesto a prueba por la calidad de sus conductores, que son muchos y tienen que dedicarse a distintas labores, tantas como las funciones que tienen los gobiernos como administradores estatales. Disponer de eficientes administradores de la llamada “cosa pública” no es el resultado de un golpe de suerte, sino la muestra de un conocimiento profundo de la naturaleza de las funciones. Cuando Apeles vio que el zapatero que dio origen al refrán quería ir más allá de los calzados de la obra del famoso pintor griego, no vaciló en advertirle: “Zapatero, no más allá de las sandalias”.
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Los dominicanos hemos visto abusos administrativos como nombrar al frente de una Secretaría de Finanzas (Ministerio de Hacienda) a un médico que nunca ha dado indicios de tener vocación por las finanzas públicas, o designar como secretario de Agricultura a un abogado que solo ha visto la yuca o el plátano, por decir algo, en la mesa de comer. Con funcionarios así, las decisiones incompetentes están garantizadas. Con gerentes sin calidad o sin experticia para hacer su trabajo, no se puede avanzar, no se puede dirigir con inteligencia y garantía de eficiencia.
En la dirección del Estado, los gobiernos no pueden jugar al aprendizaje o a cumplir pasantías. La calidad de la gestión pública está en proporción directa con la combinación del conocimiento y la experiencia. El béisbol, tan conocido y seguido por estas tierras, nos da los mejores ejemplos: cuando se necesita un toque de bola, se trae del banco al jugador apropiado, el hiteador, y cuando se requiere un jonrón que salve el juego, entonces la decisión del mánager es llamar a su bateador de alcance, a su slugger.