Cuando hablamos de análisis de riesgos ¿Qué es lo primero que nos llega a la mente? Bancos–entidades de intermediación financiera.
El riesgo bancario se refiere a todos los distintos tipos de riesgos que enfrentan las entidades financieras cuando llevan a cabo sus actividades. Normalmente, éste varía dependiendo del tipo de negocio que desarrolle dicha institución.
Hoy en día asegurar la “calidad” del riesgo es una de las misiones más importantes de la actividad bancaria, ya que de esta manera las entidades podrán reducir la posibilidad de que se produzca un hecho que genere pérdidas afectando los resultados, el patrimonio, la reputación, la solvencia y/o liquidez.
Por esta razón, el riesgo de las entidades financieras debe ser planificado, gestionado y controlado de acuerdo con los medios e información disponible.
Actualmente existen diversos tipos de riesgos a los que se enfrenta una entidad financiera en su día a día, como el riesgo de crédito, riesgo de liquidez, riesgo de mercado, riesgo legal, riesgo reputacional, y el riesgo tecnológico.
El riesgo de crédito –el más conocido entre todos los tipos de riesgos existentes– se trata del riesgo inherente al negocio, la probabilidad que hay de que el cliente devuelva o no el dinero prestado.
A mayor riesgo de crédito, mayor la tasa de interés que pedirá el banco a la hora de ofrecer un préstamo.
Mientras que el riesgo de liquidez –uno de los más temidos por los clientes y por el banco– es la probabilidad de que una entidad no pudiera devolver el dinero a sus depositantes. Aunque el Fondo de Contingencia del país es el plan B en caso de que se sucediera esta situación.
Por otro lado está el riesgo de mercado de cambio, de tipos de interés, de cotización. Como bien sabemos, los mercados están “vivos”, y se percibe a través de las variaciones de los tipos de cambio de moneda, del precio del dinero (tipos de interés) y de las distintas cotizaciones de los valores y títulos.
Hoy en día los bancos están expuestos al riesgo de mercado por muchos frentes, ya que son entidades que operan con diferentes divisas, en diferentes países, comprando y/o vendiendo títulos. Una variación en uno de estos parámetros de mercado puede suponer pérdidas para una entidad financiera.
También los bancos están expuestos a una regulación que les exige continuamente adaptar sus procesos y sistemas con el objetivo de cumplir lo que indique el regulador en República Dominicana, la Superintendencia de Bancos. Los requisitos de información al cliente, a la entidad y los de dotar provisiones en función de los niveles de riesgo asumidos, son ejemplos típicos. Sin embargo, el riesgo legal es bastante amplio, ya que también incluye las consecuencias legales de las operaciones del banco con sus clientes y con terceros.
Como bien sabemos los bancos se relacionan con la sociedad y en su actividad están expuestos al riesgo reputacional, es decir, pérdida de imagen y credibilidad. Este riesgo surge con las reclamaciones de clientes y la publicidad boca a boca.
Por último está el riesgo tecnológico; los bancos soportan sus procesos de negocio en la tecnología, la cual evoluciona a un ritmo de vértigo. El riesgo tecnológico existe por motivos relacionados con los sistemas que utiliza cada banco para dar servicio a toda la operatividad con sus clientes. Por ejemplo, si un sistema se queda colgado cuando un cliente va a solicitar un servicio o producto, es posible que se pierda el negocio. Más grave sería la situación si el sistema mostrara inconsistencias en la información almacenada y se perdiera dinero por el camino. La ausencia de riesgos no existe como tal, siempre está presente en toda actividad económica y financiera; solo existe su mitigación. No obstante, quizás a ninguna afecta tanto como a las entidades financieras. Podemos concluir que hay dos buenas razones por las que las entidades financieras deben trabajar seriamente para mejorar su gestión del riesgo: El riesgo y rentabilidad forman un binomio inseparable y la gestión del riesgo se convierte en una variable clave en la estrategia competitiva de una entidad financiera. Por último, los supervisores están centrando su atención en la capacidad de las entidades de gestionar su riesgo y consecuentemente, van a penalizar la mala gestión.