Fue el autor de las letras del primer Himno Nacional que con música de Juan Bautista Alfonseca se cantó victoriosamente durante las guerras contra los invasores haitianos.
Félix María Del Monte, privilegiado talento de las letras y la tribuna política, estuvo en la Puerta del Conde el 27 de febrero de 1844, figurando entre los que dieron el Grito de Independencia. Dos días después escribió los versos del canto de guerra separatista.
Como escritor, su nombre trascendió los límites de la República. Ilustrados extranjeros de visita en la Ciudad Primada deseaban conocer al intelectual, excepcionalmente dotado por la naturaleza como orador, literato, hombre público, escribió Manuel de Jesús Galván tras la muerte del versátil periodista, jurista, autor dramático.
Pero su figura cobró mayor relieve en los campos de las letras y las leyes. Sus composiciones poéticas, algunas publicadas con el seudónimo de Delio, le dieron celebridad dentro y fuera de la Patria. En una antología publicada en París, en 1853, aparece representando el país al lado de los grandes poetas españoles y americanos de su tiempo. Se le consideró El verdadero padre de la poesía dominicana.
Recordado apenas por una pequeña calle de Gascue que lleva su nombre, Del Monte adquirió fama, además, por su defensa magistral a Antonio Duvergé, injustamente condenado. Hizo una oración arrebatadora que concluyó con esta oportuna cita histórica: Scipión el Africano, acusado por sus enemigos, sólo se defendió con estas palabras: Tal día como hoy vencí a Aníbal y salvé a Roma; vamos al templo a dar gracias a los dioses. Duvergé fue absuelto por unanimidad.
Galván destacó la atrayente luz de su palabra cultísima, de su doctrina moralizadora, de su noble ejemplo de modestia que forman el ideal del demócrata sincero, del hombre de bien. Lo describe modesto, cortés, respetuoso. Era el de mayor talento, de más apuesta figura, de voz grave y sonora, eclipsaba a los demás oradores de la Cámara.
Agrega que aceptó cargos públicos muy a pesar suyo como los de Presidente del Poder Legislativo, de la Suprema Corte de Justicia y varios ministerios de Estado, entre ellos el de Relaciones Exteriores, la Cartera de Justicia, Instrucción Pública, Interior y Policía, Guerra y Marina, Hacienda y Comercio, y señala que el eximio maestro pudo llegar a la cúspide del poder político cuando el General Santana le ofreció la presidencia de la República y él la rehusó obstinadamente.
Su obra Las Vírgenes de Galindo o la invasión de los haitianos sobre la parte española de la Isla de Santo Domingo el 9 de febrero de 1822, leyenda histórica que escribió en Puerto Rico, donde vivió expulsado diez años, fue su única publicación pues no recogió su producción dispersa que conservó inédita una de sus hijas, Mercedes.
Es autor, también, de Ozema o La Virgen Indiana (zarzuela), El mendigo de la Catedral de León (drama), Un vals de Strauss, El premio de los pichones (drama), El artista Antonio Brito (leyenda), Antonio Duvergé o las víctimas del 11 de abril (tragedia), El último abencerraje (drama en verso).
Está entre los fundadores del periódico El Dominicano, en 1845, fue redactor de El Porvenir y fundador de la primera sociedad patriótica, Amigos del país. Figura como uno de los que dictó la Constitución del 25 de febrero de 1854.
En los últimos días de su dilatada existencia, desilusionado de la política y entristecido por la muerte de su esposa, la poetisa Encarnación Echavaría de Del Monte, se recluyó en el recinto de su hogar y colaboraba con el Listín Diario.
Félix María y María Encarnación Echavarría Vilaseca procrearon tres hijos: Tomás María, Dolores Emilia de la Merced y María Mercedes. Con Rafaela Villeta tuvo a Luis Felipe. Con Clementina Yepes a María Antonia, y con Theolemá Saint Justin Marc Carrasco a Camilo y Ozema, consigna Larrazábal en Familias Dominicanas.
Del Monte, quien desempeñó funciones en la administración de Báez, abandonó temprano el escenario público al que se adaptaba mal su organismo afectivo y sensible para vivir vida de anacoreta, vida ascética ejemplar en lo recóndito del hogar doméstico. Murió el 23 de abril de 1899.
El protagonista
Félix María Del Monte
Nació en Santo Domingo el 19 de noviembre de 1819
Hijo de José Joaquín Del Monte Maldonado, distinguido jurisconsulto, y Dolores Fernández de Castro Troncoso, poetisa. Realizó estudios con el doctor Moscoso y el padre Gaspar Hernández. Fue profesor de literatura en el Colegio Nacional de San Buenaventura, de derecho en el Colegio Seminario y de ambas materias en el San Luis Gonzaga.
Durante la Primera República fue una personalidad política destacada. Intervino como diputado en casi todos los congresos de aquel periodo brillando por su capacidad de legislador y dotes oratorias.
El Himno
Aunque se interpretó varios años, no quedó consagrado como Himno Nacional. El coro decía: ¡Al arma españoles!¡/ ¡Volad a la lid!/ Tomad por divisa / ¡Vencer o morir!. Casi todo el resto era denuncia de las atrocidades cometidas por los haitianos: ¡Nobles hijos de Santo Domingo / erguid vuestra frente guerrera/ y sañudos volad tras la fiera/ que el solar de Colón devastó
¡No hay piedad, el haitiano insolente/ penetrando hasta nuestros hogares, /profanó nuestros templos y altares, / nuestros fueros osó atropellar, / y el pudor de la cándida virgen, / y las canas del mísero anciano, / y cuanto hay de sagrado en lo humano / ultrajó con orgullo voraz.
Arístides Incháustegui razona que, si bien es verdad que ese himno nació al nacer nuestra República, no menos cierto es que hubiese sido imposible mantenerlo como canto nacional, ya que aun cuando la historia es incontrovertible, hubiese sido muy difícil mantener relaciones amistosas con el pueblo haitiano. Refiriéndose al coro agrega que, además, cuando Félix María Del Monte escribió sus encendidas estrofas, aún no había prendido por completo la noción de lo dominicano.