El principal reconocimiento que le ha hecho la historia es el que destaca la primacía de haber confeccionado la enseña tricolor que ondeó en el Baluarte el veintisiete de Febrero de 1844. Pero Concepción Bona, la aguerrida muchacha que interpretó con fidelidad el magistral diseño del Padre de la Patria, estuvo inmersa en las luchas separatistas desde los catorce años, inculcando a sus discípulos de la Escuela de Párvulos de su primo Pedro Alejandrino Pina, el amor por la libertad, la grandeza de la dominicanidad, la necesidad de mantener puro el idioma español pese a las imposiciones y amenazas del intruso invasor haitiano. A edad tan temprana, además, apoyó con atención y presencia determinantes la trascendental firma del Juramento Trinitario, a prudente distancia de los revolucionarios: la Iglesia del Carmen, que quedaba enfrente del patriótico escenario.
El matrimonio, los hijos y un avanzado estado de embarazo no impidieron que, pasados los años, continuara firme en sus convicciones. Cuando la situación de gravidez apenas le permitía moverse, en agosto de 1863, la valiente mujer ofreció su hogar y su respaldo económico a los soldados de la Restauración embarcados en combatir la anexión a España.
AElla es un ejemplo no sólo para la mujer sino para la juventud de hoy. Siendo una jovencita se tomó muy en serio su papel de ciudadana, de patriota, de lo que pudiera hacer con todas sus fuerzas para su Patria@, considera Altagracia Gómez Larrauri de Morales. Olga Gómez Cuesta piensa que es preciso Amirar hacia atrás, volver a esos ejemplos que tenemos en nuestro propio suelo y pensar que no todo está perdido, que todavía hay esperanzas@.
Las damas son biznietas de la intrépida señorita que expuso su vida en la gesta que formó la nacionalidad dominicana. Altagracia es hija de Salvador Gómez Martí, y Olga, de Rafael Octavio Gómez Gumá, nietos de la gallarda figura de espíritu fuerte, elegante, garbosa, de grandes ojos soñadores, vibrante, revolucionaria y apasionada por la libertad, como la describen sus biógrafos.
Junto a otros descendientes, las dos señoras han hecho culto al recuerdo de su insigne ascendiente. Conocen y exaltan con asombrosa profusión de datos el pasado glorioso de María de la Concepción, sobre la que conservan inmensidad de testimonios y documentos. Es el símbolo venerado de una familia que la ha rescatado del olvido y resaltado el importante papel de la labor procera durante años desconocida o tergiversada por equivocados o interesados cronistas del acontecer. Hasta 1987, el único homenaje a Concepción Bona era la calle de Villa Consuelo inaugurada a finales de los 30. Fue a partir de 1987 cuando se reivindicaron su obra y su personalidad con el traslado de sus restos al Panteón Nacional, dispuesto por el Presidente Joaquín Balaguer. En el 2001 se decretó el dos de julio como día de Concepción Bona y un año después se le condecoró póstumamente con la Orden del Mérito Juan Pablo Duarte en el Grado de Comendador.
El reconocimiento vino tardío Aen el sentido de que no aparecía en los libros de texto como la que confeccionó la primera bandera que ondeó en el baluarte@, refiere Altagracia, quien recuerda la reacción del padre cuando, de niña, ella llegó a la casa repitiendo la inexacta lección de historia. AAhí comenzó ese deseo de que Concepción Bona fuera reconocida dentro de lo que verdaderamente le correspondía, sin quitar, en absoluto, ningún mérito a la otra heroína, que respetamos@. Durante largos años se atribuyó a María Trinidad Sánchez la confección de la primera bandera dominicana.
Olga es la genealogista que explica con precisión asombrosa los parentescos y que, al igual que su prima, habla con encendido entusiasmo de su esclarecida antepasada. AMientras a muchos niños les hacían cuentos infantiles, a nosotros nos hablaban de la Patria, la bandera, el himno, Duarte, la Trinitaria, Concepción Bona… Tenemos una tradición familiar: la matriarca de la familia es Concepción que fue, además, madre, esposa, abuela excelente. Sus hijos, que son nuestros abuelos, se encargaron de sembrar en nosotros esa semilla, ese amor hacia esa mujer que ellos reverenciaban@, exclama, al tiempo que da cuenta del ambiente, los vecinos y parientes que compartían los mismos ideales e inquietudes de la joven.
[b]ENTORNO DE REVOLUCIONARIOS[/b]
Estaba unida a Juan Pablo y Pedro Alejandrino Pina, hermano de Ignacio Bona, su padre, firmantes del Manifiesto de la Independencia. Pedro Alejandrino, su primo hermano, benjamín de los Trinitarios, era dos veces compadre de Duarte. La esposa de Mella, Josefa Brea Hernández, era también su prima hermana, al igual que María de Jesús Pina, quien le auxilió en la tarea de coser la enseña tricolor.
Tanto como incansable batalladora por la Independencia, Concepción Bona fue mujer de responsabilidad empresarial. ALos Bona vivían en los frentes del Baluarte, donde hoy está Paco=s Cafetería, y los Pina donde estuvo Radio Guarachita. Ignacio Bona y Juan Pina tenían negocios de mercadería al detalle, y en el patio, un trapiche del que ella quedó a cargo porque el hijo mayor de Juan Pina se fue a estudiar a Venezuela@, manifiestan las biznietas.
[b]AUN GRAN RIESGO@[/b]
El padre de Altagracia, don Salvador Gómez Martí, contaba a su hija que la insigne abuela era devota del Nazareno y que de pequeño, él debía llevarle la silla a la iglesia del Carmen. Que también criaba animales. Le narraba, además, la delicada tarea conspirativa que representó realizar la bandera. ATodos los días cosía y estaba en esa obra hasta la madrugada, que la ponía debajo de su colcha, despedía a María de Jesús y se acostaba. Era un gran riesgo: todos los días pasaban frente a su casa los soldados interventores@.
APocas horas antes del disparo de Matías Ramón Mella en la Puerta de la Misericordia, un grupo de conjurados fue a la casa de María Concepción en busca de la bandera, pero no la había terminado. Volvieron y aún no estaba lista, hasta que la acabó, la envolvió nerviosamente en su cuerpo, bajo sus ropas, y fue ella misma a llevarla al Baluarte, sorprendiéndole allí el Grito de la Independencia. Se quedó colaborando en la escena pero su padre, preocupado por su seguridad, pues era apenas una joven de dieciocho años, salió a buscarla, y como ella se negaba, se vio precisado a amarrarla y encerrarla en su habitación para protegerla@, relatan Altagracia y Olga.
María Concepción nació el seis de diciembre de 1824, hija de Ignacio Bona y Juana Hernández. Contrajo matrimonio el dos de junio de 1851 con el banilejo Marcos Gómez. Frutos de esta unión fueron: Eloisa, Marcos Antonio, Manuel de Jesús, Rafael María y dos varones llamados José María. Murió el dos de julio de 1901, a los setenta y seis años.
Con el nombre de Concepción Bona fue denominada la calle de Este a Oeste, de Villa Consuelo, paralela a la Baltasara de los Reyes.