David Collado y el chiquero del Distrito Nacional

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Eran las ocho de la noche. El cielo, oscuro, se dejaba envolver por la magia de la luna. Ella, inmensa y cercana, invitaba a soñar con un hechizo. También, porque lo iluminaba todo, llamaba a conquistar la ciudad.

Fue así que decidí seguirla. Tomé las llaves de mi casa como única compañía y salí a fundirme con la noche. Era martes. Di unos primeros pasos y me sentí libre, plena, feliz: la luna, la noche y yo siempre nos hemos entendido bien, pensé.

Segundos después un terrible olor me sacudió. Montones de basura me obligaron a aterrizar: ¡la inmundicia es enemiga de los sueños!, según pude comprobar durante todo el trayecto a través de la Zona Universitaria.

Al otro día, de madrugada, me fui hasta el Parque Iberoamérica. El trayecto es corto. Para mí, sin embargo, fue breve: el encuentro fortuito con tres ratones y varias cucarachas me obligó a correr: me ejercité a mil.

Mi barrio, sin embargo, no es el único que se ha visto afectado por la basura. Desde hace días mucha gente se queja en las redes del gran chiquero en el que se ha convertido el Distrito Nacional.

No sé qué está esperando el flamante alcalde David Collado para resolver uno de los problemas más fundamentales de la ciudad: el aseo urbano. De él, que no lo olvide, depende la salud de todos.

Da lástima -y también asco- caminar por la ciudad. Es muy desagradable verse rodeado de fundas, de basura tirada por doquier (la gente también se pasa de indecente) y de alimañas que todos queremos evitar. Santo Domingo, se supone, quiere apostar al turismo. ¿Eso es lo que vamos a ofrecerle a los visitantes? Antes de ofrecer la casa toca limpiarla.