La diferencia entre el consumo de combustible real y el homologado por las marcas en los vehículos europeos es de una media de 42%, según recoge un informe realizado por el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés), una organización independiente dedicada al estudio del impacto del transporte en el medioambiente desde 2001, cuando comenzaron las pesquisas.
Quince años en los que se han analizado 13 fuentes de seis países diferentes y en torno a un millón de vehículos para dar validez a unos resultados que ponen de mani fiesto el oscurantismo que prevalece en las pruebas de consumo y emisiones realizadas por las marcas.
En el informe, del cual se hace eco el diario español El Economsita.es, destacan por encima del resto dos datos: por un lado, el caso de los motores diesel, en los cuales la diferencia de consumo es de hasta el 50 por ciento; por el otro, el ritmo al que está aumentando esta desigualdad, pues en 2003 estaba en un 10%, en 2013 era del 25 por ciento, y tan solo tres años después se ha elevado hasta el 42 por ciento.
Una variación que se traduce en un gasto extra en combustible para el consumidor que alcanza los 450 euros.
El segundo perjudicado por el engaño de las marcas automovilísticas -por ejemplo, en el caso de España- es el Estado dado que la compra de vehículos se grava en función de las emisiones de dióxido de carbono: gratis para coches que emitan 120 gr/km o menos; 4,5% de impuesto para los vehículos que oscilen entre los 121 y 160 gr/km; para márgenes entre 161 y 200 gr/km se aplica un tipo impositivo del 9,75%; y aquellos que superen los 200 gr/km deberán abonar un 14,75% más respecto al precio de venta.
ICCT vincula de nuevo, al igual que hizo en su informe de 2014, el porqué de este abismo con un escaso control de los test por parte de las autoridades pertinentes. En la actualidad, los fabricantes de automóviles realizan sus pruebas en laboratorios cerrados y con vehículos mucho más ligeros que los que salen al mercado, pues carecen de sistemas pesados como el aire acondicionado -entre otros- para reducir su peso y exigir menos al motor.
Asimismo, se pone de manifi esto que tecnologías creadas para reducir el consumo y las emisiones contaminantes, como el Start&Stop o los motores híbridos, son mucho más e ficientes en las pruebas que hacen las marcas que cuando son sometidos a pruebas reales de conducción.
De igual forma, otro análisis publicado recientemente anticipó el engaño de los motores pequeños turbocomprimidos puesto que los benefi cios que estos obtienen se logran a cambio de una mayor contaminación.