Al presidente Medina, y a todos los líderes educacionales y empresariales.
Parte I
No es de sorprendernos que hay tiempos en que no es el pez más grande el que se come al pequeño sino el más veloz. Tiempos en los que la palabra imposible es casi imposible de decir, y cada vez más difícil para el ser humano afrontar los cambios con la rapidez que la revolución tecnológica impone.
La revolución tecnológica en nuestros días se divide en 4 etapas:
– La informática, 1988-2002.
– La digital, 2002-2007.
-La móvil que comenzó en 2007, y
– La inteligencia artificial que avanza a grandes pasos.
La revolución tecnológica está cambiando tan ferozmente que su llegada ha creado un desfase cada vez mayor entre lo que produce el mercado educativo y lo que necesita el mercado laboral. Y la velocidad de estos cambios se mantendrá. CISCO proyecta que la velocidad del internet aumentará casi tres veces del 2016 al 2020, y el número de dispositivos (internet de las cosas) aumentará un 150%. El almacenaje mundial de data aumentará varios zetabytes (el almacenaje de un zetabyte es equivalente a 250 mil millones de DVD, uno encima del otro).
Procedamos a entrar al tema fundamental de este trabajo. No hay un solo ámbito de la vida humana que no se haya visto impactada por la revolución tecnológica: la salud, las finanzas, los mercados laborales, las comunicaciones, el gobierno, la industria, la economía, la educación, etc.
La velocidad de estos cambios disruptivos contribuye a reducir la etapa de los conocimientos adquiridos en la educación mundial y nos lleva a que, además del gran esfuerzo que se está haciendo, se comprenda la necesidad de una permanente renovación (de por vida).
El tema que desarrollaremos en estos dos artículos, y que está bien enmarcado en estos cambios, en lo que actualmente se conoce como educación permanente, y que representa un paradigma educativo abierto a cualquier etapa de aprendizaje de la vida de una persona.
En tiempos anteriores, el ser humano estaba condicionado por la idea de que, luego de pasada la etapa adulta temprana, el cerebro se convertía en un órgano poco flexible en temas de aprendizaje. Era tan improbable aprender algo nuevo luego de pasada esta etapa de la vida, que la gente construía sus vidas a temprana edad. Se dedicaba a tiempo completo a su trabajo y era muy poco espacio que le dedicaba, fundamentalmente, a estudios con el propósito de mantenerse al día en estos tiempos cambiantes.
En cuanto a los nuevos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro, Blakemore y Frith, psicólogas y educadoras, dedicadas a la investigación neurocientífica en la Universidad de Oxford, y específicamente a los estudios en el campo cerebral adolescente en Inglaterra, han sido las pioneras en dar los resultados de las observaciones y experimentos que indican que, durante todo el ciclo vital, el cerebro sigue siendo adaptable, moldeable, flexible, plástico y, por lo tanto, “educable”.
Aunque de alguna forma la nueva manera de educación añeja los métodos tradicionales, hay puntos de encuentro que unen a ambas. Reciente la Unidad de Inteligencia del The Economist publicó un profundo estudio que se resume en lo siguiente:
– Educación en la casa, que envuelve formas de aprender tanto formales como informales.
– Educación en adultos, o la adquisición de calificaciones formales en esta edad,
– Educación continua, que describe la extensión de cursos formales ofrecidos por universidades e institutos,
·- Conocimiento dado por el trabajo, que incluye desarrollo profesional y entrenamiento,
·- Ambientes de aprendizaje personal, que abarca una gran cantidad de herramientas y recursos online, entre ellos:
– E-learning: disponible en la mayoría de las universidades, clases a distancia y en vivo y,
– Los MOOCs, cursos abiertos y en línea, en el que los profesores desarrollan un diálogo y orientaciones mediante videos.
En el próximo artículo, explicaremos los frutos de esta nueva modalidad de enseñanza, que exhibe transformaciones ineludibles en la educación a nivel mundial.
Investigadora asociada: Andrea Taveras.