Juan Bautista Álvarez Espinal (Chino) y Napoleón Bolívar Méndez (Polón) fueron las últimas personas que vieron con vida a Henry Segarra en Santiago. Lo dejaron en el llamado “Puentecito de piedras” de ese pueblo cuando él se dirigía a Dajabón, su último supuesto destino en este mundo, y lo despidieron con las manos tras él abordar una guagüita abarrotada. Chino lo había recogido en la calle Las Carreras, lo llevó a la Plaza Valerio donde le aguardaba Polón en un Volkswagen azul claro propiedad del 14 de Junio y “de ahí lo llevamos a la parada de la Línea. Se montó y nos dijo adiós”.
El dirigente del Movimiento Popular Dominicano, MPD, desarrolló una intensa actividad política en aquella ciudad donde vivió más de un año. Allí se encontraba con representantes de partidos de izquierda y dejó entrañables amigos. Virgilio Perdomo, Lorenzo Vargas (El sombrerero) y Herótides Rodríguez, dirigente regional del Partido Comunista Dominicano, PCD, también se reunían con él.
Al igual que Chino, Herótides relata sus vivencias revolucionarias junto a Segarra. Henry dormía y almorzaba en sus viviendas. Álvarez residía en la calle Santiago Rodríguez y Herótides en la Pedro M. Hungría 53. Pero la morada de mayor permanencia del líder del MPD era en Las Carreras casi esquina Sánchez, propiedad de Miguel Ángel Medrano (Pepe), del Comité Central del MPD, donde también se hospedaba Rafael Rivera (Riverita).
“Henry pernoctaba en casa debido a que mi hermano, Pedro Nereydo Nolasco Rodríguez, era militante del MPD y lo invitaba. Era otro escenario de discusiones”, cuenta Herótides. Otras personas que conoció Henry en Santiago fueron a Hostos y Chino Vásquez, del 1J4, “Emerito”, de Bella Vista; a “Cecilia” y a “Yeya” que le cocinaban.
“Henry vino a Santiago a desarrollar su partido y a orientar su militancia. En esa época estaban Diómedes Robles y Sotero Vásquez, entre otros dirigentes estudiantiles del MPD. Por nuestro lado estábamos Arsenio Fortuna, Rafael Barinas y yo que representábamos el movimiento estudiantil influenciado por el PCD”, narra Herótides, hoy abogado y funcionario de la Junta Central Electoral.
Juan Bautista agrega que el combatiente fue también a aplicar la consigna “Lo mejor al campo” y a orientar a los estudiantes. Estuvo con él casi a diario como líder de la Unión de Estudiantes Revolucionarios, UER. “Nuestro plan era lanzarnos a la calle. Había un gran fervor revolucionario y Henry tenía una notoriedad muy amplia en cuanto a incorporar estudiantes a la lucha del pueblo, contra la represión balaguerista”, significa Chino, quien al igual que Herótides lo conoció en el liceo secundario Ulises Francisco Espaillat. También es abogado.
Pero manifiesta que llegó un momento en que “ya la Policía o el servicio secreto tenían ubicados a los liceos y escuelas” y por eso se encontraban en diferentes hogares. Álvarez fue apresado en tres ocasiones, su casa allanada y al final debió emigrar a Salcedo pues le atribuían la muerte de un capitán.
Herótides recuerda las discusiones de esa izquierda. “Era la época del pro chinismo y el pro sovietismo, temas que discutíamos fervientemente en el liceo y en los barrios donde además coordinábamos acciones revolucionarias conjuntas”.
Henry, acota Chino Álvarez, “tenía bastante dominio de la política nacional y era muy receptivo en los planteamientos, el “Pequeño” no era tan beligerante, siempre buscaba una salida en la que todos estuviésemos de acuerdo. Discutíamos mucho, él decía que todas las luchas que habían triunfado surgieron del campo a la ciudad: Vietnam, China, Cuba… Expresaba que el campesinado era más consecuente por su misma naturaleza de clase”. Añade que estaban muy inmersos “en el materialismo histórico y dialéctico. Henry era muy avanzado en cuanto a la teoría revolucionaria y el marxismo”.
Pero como organizaban micro mítines todas las noches, “nos tomaban de sorpresa los cercos policiales, el jefe de la policía era Robinson Brea Garó” considerado arbitrario “y llegó un tiempo que pasamos de la semi a la clandestinidad”, reconoce Álvarez.
De todos modos, significa, “Henry no se exhibía mucho, decía que para preservar la vida había que ser lo más reservado posible”.
Lo define “sencillo, siempre sonriente, vestía pantalón caqui y calzaba tenis”, exclama Chino. Herótides recuerda “que a uno de sus dientes frontales le faltaba un pedacito”.
Henry dirigió movilizaciones en Los Pepines, La Joya, Pueblo Nuevo… “En Pueblo Nuevo le encontré una vez con Lorenzo Vargas”, comenta Chino.
El último adiós. “Su sonrisa en los labios era fundamental, era lo primero que atraía en él”, refiere Juan Bautista. Agrega que el dirigente no se proyectaba y que “eso contribuyó a que mucha gente no lo recuerde” pese a que todas las semanas se movía por San Francisco de Macorís, Valverde, Bonao, La Vega, “trabajando en la lucha por la tierra”.
“Un día me dijo que debía ir a hacer unos trabajos políticos que le encomendaron y que iba para la Línea Noroeste. Precisamente fue un sábado cuando Polón y yo lo trasladamos”, expresa Chino.
“No puedo precisar si fue el día anterior o dos días antes de irse a Dajabón que estuve con él, pero sí recuerdo que fue nuestro partido, el PCD, el primero que hizo la denuncia del apresamiento de Henry en Dajabón por las fuerzas bajo el mando del coronel José Demetrio Almonte Mayer, porque nos llegó la información de parte de un compañero de esa zona”, revela Herótides. “Con Henry, añade, la juventud dominicana perdió no solo un gran talento sino también un luchador decidido, de mucho arrojo, de una entrega a su misión de preparar las condiciones para el triunfo de las ideas revolucionarias que defendía”.
Y dice que “ha sido ignorado en la historia reciente de nuestro país. Pocas son las menciones que se hacen de él, “Vargas Vila”, El sombrerero y muchos otros”.
Chino se enteró por un camarada que a Henry lo habían apresado y lo buscaban en diferentes cárceles “pero nunca se supo. La versión era que Balaguer lo había mandado a matar, después se dijo que lo agarró la Policía de Dajabón que dirigía Almonte Mayer… Sentí la pérdida de un amigo, de una persona sincera, de un compañero de lucha. Con su muerte se perdió una de las pocas esperanzas en lograr la igualdad de este pueblo”, afirma.