Son muchos los factores que inciden en las relaciones laborales sanas y productivas dentro de las empresas e instituciones. Por ejemplo, disponer de un sistema motivacional y de compensación justo, políticas que faciliten el desarrollo humano y profesional, criterios creíbles para reconocer los méritos de los colaboradores internos, mecanismos que permitan la interacción y participación, liderazgo positivo, entre otros. El buen trato a los empleados es la vía más corta y segura para crear y mantener relaciones laborales sanas y sostenibles.
Las organizaciones gestionadas por líderes positivos tienen más y mejores posibilidades de instaurar relaciones laborales sanas. Los efectos de las buenas o malas relaciones laborales se perciben y se sienten en el desempeño de las empresas e instituciones. Las relaciones laborales efectivas no solo se logran adquiriendo e instalando tecnología de punta, mejorando la infraestructura física o realizando aumentos salariales. En este sentido, más allá de las condiciones materiales, se requerirán otras de tipos emocionales o intangibles. Por ejemplo, el liderazgo positivo.
En un ambiente de buenas relaciones laborales, el líder es la persona a quien todos o la mayoría de los colaboradores internos de la organización quieren tener cerca. Además, es el individuo que manifiesta un altísimo nivel de aceptación, empatía, cuya simpatía proviene de su comportamiento. No existe posibilidad alguna de crear relaciones laborales sanas al margen de un liderazgo positivo. Como se ha dicho, líder que facilita el surgimiento y mantenimiento de relaciones laborales productivas, es aquel que enfrenta la tentación y vence los obstáculos con su carisma, optimismo, buen juicio, responsabilidad, proactividad, coraje y vocación de servicio. En un ambiente de respeto y buen trato, los que sustentan determinadas cuotas de poder dentro y fuera de las organizaciones, saber escuchar y analizar las ideas y opiniones de sus colaboradores, no toman decisiones a partir de chismes, las que luego terminan impactando negativamente las relaciones laborales. A los colaboradores internos hay que verlos y tratarlos como seres humanos. Si el personal es gestionado con profesionalidad, respeto, equidad, ética y transparencia, lo más lógico es que las emociones y el comportamiento de éste impacten positivamente el clima laboral, creatividad, lealtad, institucionalidad y el empoderamiento espontáneo.