Durante el corto trecho que Lucía Medina ha cubierto en la presidencia de la Cámara de Diputados también ha pagado un alto precio.
La legisladora ha sido víctima de insultos, difamada e injuriada de forma aleve, grosera y mendaz, hasta por colegas, debido a que es hermana biológica del Presidente Danilo Medina, a pesar de que es dueña de una excelente carrera legislativa que la ha convertido en la segunda presidenta de la cámara baja, después de la reformista Lila Albuquerque.
A modo de muestra. El 16 de agosto, fecha de la gesta restauradora y al instalarse el nuevo bufete directivo de la Camara, Fidelio Despradel, del Partido Alianza País, se negó a ejercer su condición de legislador más viejo para juramentarla, alegando que el nexo sanguíneo la impedía asumir el cargo. La rebelión de Despradel, quien es suegro del ex ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, demoró el inicio puntual de la ceremonia, cuyo momento cumbre era la juramentación del reelecto presidente Medina. La juramentó el segundo diputado de mayor edad, sin que el impasse trascendiese, pero Rodríguez, el yerno del rebelde y quien estaba nominado y vestido de blanco para repetir en Cultura, fue sustituido.
Meses después, un diputado de su mismo partido, el PLD, quien es además comentarista radial matutino, la insultó abiertamente porque ella no le concedió un turno y cerró debates.
Ahora, ella ha estado compelida a defender su honra incoando una demanda por difamación e injuria ante la Octava Sala Penal contra otro comunicador de la televisión, quien aparentemente no soporta su condición de mujer, presidenta de la cámara y hermana del Jefe del Estado.
La difamación es el alegato o imputación de un hecho que ataca el honor o la consideración de la persona o del cuerpo al cual se imputa. Ella ha sido difamada penalmente y debe ser resarcida.