El 19 de agosto del 1942, como resultado de la ardua y apasionada labor del Dr. Rafael Díaz Niese (1897-1950) es inaugurada la Escuela Nacional de Bellas Artes. Entre los máximos resultados de la “Academia dominicana” se registran las dos primeras generaciones de artistas-educadores que llegarían a establecer las bases formales y conceptuales para una “búsqueda especializada” de lo dominicano a través de la imagen.
refiero a artistas como Gilberto Hernández Ortega (1924-1979), Marianela Jiménez (1925-2011), Luichy Martínez Richiez (1928-2005), Antonio Prats Ventós (1925-1999), Eligio Pichardo (1929-1984), Clara Ledesma (1924-1999), Gaspar Mario Cruz (1925-2006), Domingo Liz (1931-2013), Paul Giudicelli (1921-1965), Silvano Lora (1931-2003), Fernando Peña Defilló (1928) y Ada Balcácer(1930). Un caso especial es el de Jaime Colson (1901-1975).
El “viaje a la semilla” (A. Carpentier); los palpitantes y enigmáticos recintos de la magia identitaria; lo “realmaravilloso” y el sentido de la tierra, en fin, la expresión de las raíces populares mágico-mitológicas como elemento consubstancial de la identidad cultural caribeña, constituyen temáticas esenciales en la producción pictórica y dibujística de Gilberto Hernández Ortega.
Como uno de los pilares de la ENBA desde la década de 1950, Hernández Ortega llegaría a influir profundamente en la formación y obra de una serie de artistas importantes de las generaciones de los 60 y 70 como Elsa Núñez, José Cestero, Cándido Bidó, Leopoldo Pérez (Lepe), Iván Tovar, José Ramírez Conde (1940-1987), José Rincón Mora, Rosa Tavárez, Vicente Pimentel y Alonso Cuevas.
Hernández Ortega está considerado como uno de los grandes representantes del neoexpresionismo caribeño. En sus pinturas y dibujos resultan característicos la extraordinaria síntesis expresiva, el trazo energético, las gamas oscuras o terrosas, las imágenes alteradas y los sugestivos juegos texturales que, en ocasiones, nos remiten a lo psicológico, el turbión telúrico, la situación política, la marginalidad social y los rituales populares de la cotidianidad dominicana.
La maestría en los campos del dibujo, la composición, el color-luz y el manejo de la materia; su excepcional dominio de los géneros del retrato y el paisaje, así como su asombrosa capacidad de asimilación, transmutación y síntesis estilística, convierten a Hernández Ortega en uno de los artistas dominicanos más completos de todos los tiempo. Y esto se puede apreciar muy bien en la exposición personal-homenaje titulada “Tío Gilberto”, organizada por Tamara y Juan Julio Bodden en el marco del “Circuito de Galerías 2015” y como parte del programa de apoyo a la 28 Bienal Nacional de Artes Visuales, dedicada al maestro Fernando Peña Defilló.
Curada con esmero por Juan Julio Bodden, la muestra está integrada por 30 obras, entre dibujos sobre papel y pinturas sobre tela y madera de sus distintas etapas creativas, incluyendo trabajos de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo XX, destacándose retratos, composiciones a base de formas geométricas, transfiguraciones, imágenes fantásticas o surreales, escenarios y personajes de la cultura popular. La exposición ha sido posible gracias a los aportes de varios familiares del gran artista banilejo, entre ellos Gilberto Hernández Escobar, Tabaré Hernández Mejía, Edgar Hernández Mejía y la galerista Tamara Bodden. Galería Bodden está localizada en la calle El Buen Pastor No. 18, esq. Fco. Prats Ramírez del sector Evaristo Morales.
En síntesis
Hernández Ortega
Gilberto Hernández Ortega, nace en Baní, en 1924 y fallece en Santo Domingo en 1979. En 1946, forma parte del primer núcleo de egresados de la ENBA y presenta su primera exposición individual en la Galería Nacional de Bellas Artes. Poeta, dibujante, pintor, bohemio por excelencia y Maestro de maestros. En el arduo proceso en que define un estilo propio, desarrolla una obra en la que asimila, transmuta y polisintetiza de manera brillante los aportes del posimpresionismo, el cubismo, el primer expresionismo y el arte abstracto. Formas planas y sintéticas, recortadas por gruesos trazos oscuros, mascaras, vegetaciones, ciguapas, brujas, hechiceros, celajes de seres umbríos, fantásticos y transfigurados; ritmos y contrastes de colores impactantes, vitalizan perpetuamente la pintura mágica, mística, dramática, poética e intensamente identitaria de Gilberto Hernández Ortega. En 1943, forma parte del movimiento “La Poesía Sorprendida”. En 1950, por su obra “Niños en el Mar” obtiene el Segundo Premio de Pintura de la V Bienal de Artes Plásticas. En 1951, expone individualmente en el Centro Venezolano Americano de Caracas. En 1952, su obra “Día de Máscara” es premiada en la VI Bienal de Artes Plásticas. En 1954, forma el grupo “Los Cuatro” junto a Jaime Colson, José Gausachs y Clara Ledesma. Este mismo año es designado subdirector de la ENBA. En 1955, Gilberto Hernández Ortega es incluido, junto a su maestro Josep Gausachs y Jaime Colson en una exposición internacional organizada por el Ateneo de Caracas que también incluyó las obras de Fernand Léger, Hans Hartung, Pierre Soulages, Víctor Vasarely, René Magritte, Emilio Petorutti, Diego Rivera, Cándido Portinari, Wifredo Lam, Georges Rouault, Picasso, Siqueiros y Guayasamín, entre otros grandes artistas americanos y europeos del siglo XX.