Doce años atrás, James Watt pescaba en un arrastrero comercial en la costa noreste de Escocia. Tenía un perro, un sueldo modesto y pocas perspectivas en una región en declive. Hoy tiene un patrimonio de 337 millones de dólares y vuela entre Europa, Asia y América al frente de una de las empresas de más rápido crecimiento en Reino Unido.
Él y su socio, Martin Dickie, producen cerveza artesanal. Su compañía, BrewDog, es conocida por sus ales tanto como por sus ardides publicitarios: en una ocasión, los fundadores manejaron un tanque de la Segunda Guerra Mundial por Londres para publicitar la marca.
BrewDog es un rayo de luz en un país atrapado en las nubes del Brexit. La compañía está valuada en mil 700 millones de libras tras su última ronda de financiación y la venta en 2017 de una participación del 23 por ciento a una firma de capital privado en EU. En 2018, sus ingresos se dispararon un 60% a alrededor de 179 millones de libras, anotando otro año de beneficios netos.
BrewDog, que vende cerveza en 60 países y posee más de tres docenas de bares y restaurantes en Reino Unido, ha creado más de mil 200 empleos en Gran Bretaña. Pero en una tarde de enero, el estado de ánimo de Watt se hundió con el tema del Brexit, el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE).
Mientras sus empleados incrementaban la producción en un ala nueva que costó 4 millones de libras, los legisladores británicos se estrellaban con un desenlace político que podría hacer que el país abandone el bloque europeo el 29 de marzo sin un plan de transición definido. Watt teme ese escenario.
BrewDog vende más de un tercio de su volumen en Europa continental y le preocupa que la imposición repentina de aranceles y tasas haga que supermercados y bares se replanteen vender su cerveza. “Gran parte de la bebida que hacemos aquí va a Francia, Alemania, España e Italia, por lo que para nosotros sería el fin del mundo”, afirma Watt. “Tal vez me vaya a vivir a EU”, dice medio en broma.
Watt y su equipo directivo han estado sopesando varios planes para lidiar con un Brexit accidentado, desde pedir a socios europeos que compartan temporalmente la capacidad de producción hasta construir una planta en una nación de la UE. Incluso están contemplando traer cerveza desde la planta estadounidense que tiene BrewDog en Columbus, Ohio. “Todo está sobre la mesa”, dice el CEO Watt.
El desconcierto con el Brexit sucede cuando BrewDog tiene nuevos planes. Construye una fábrica de cerveza en Brisbane, Australia, y planea otra en China. Está abriendo restaurantes en Indianápolis y Cincinnati, y busca locales en Shanghái y Kuala Lumpur. Tiene previsto presentar su propio whisky escocés este año.