Coronada implícitamente año por año como «zona de peligrosidad vial», República Dominicana ha permanecido en las posiciones de mayor tasa de mortalidad de tránsito en el mundo haciendo compañía a territorios del continente africano de mucho caos urbano, baja escolaridad y poca cultura de respeto a la ley. En las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud 2020-2021 los habitantes de esta parte de la isla Hispaniola figuraron con 64.6 muertes anuales por cada cien mil habitantes, «muy por encima de la media mundial».
En un lapso de breve aplicación de las leyes que culminó estadísticamente en junio de este año, las infracciones de tránsito levantadas por la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT) sumaron 1.5 millones, cifra que en vista del curso epidémico indetenible de los siniestros viales expresa el fracaso de las sanciones para fines de disuasión con un monto promedio de mil pesos a cada violador que en alto número no paga las multas.
Más del 50% de las penalidades recae sobre motociclistas, los que son particularmente inmunes al castigo por aportar las cifras en escalada de mayores víctimas mortales; y no es más alto el registro de multas por lo que en algún momento admitió el titular de la Digesett, general Ramón Peralta: los agentes a su cargo no son suficientes para cumplir los objetivos y procedería reforzar los servicios con diez mil efectivos más.
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Estaría existiendo entonces, por escasez de tropas armadas de talonarios y bolígrafos, un elevado déficit de control o fiscalización por esas calles de Dios cundidas de amenazas a la integridad física de conductores, ocupantes de vehículos y peatones que desde la apreciación de la prensa dominicana representan un conjunto espectacular de impunidades a cargo de individuos al volante o al timón.
Incluye, en ilimitada práctica, ignorar las luces de semáforos, desplazarse a velocidad excesiva, pasar por alto rótulos que ordenan detenerse o no estacionarse en determinados márgenes viales y no transitar por vías contrarias, proliferación de transgresiones a las que se agrega la ausencia de restricciones a la conducción tras la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas en un curioso país en el que el instrumento que sirve para medir por el aliento los contenidos de la sangre no forma parte de las «armas de reglamento» de las autoridades de tránsito.
Más letal que el covid-19
Desde marzo del 2020, cuando comenzó el efecto más luctuoso de la pandemia del coronavirus, a la fecha el sistema epidemiológico reporta una cifra en relativo estancamiento de 4,384 defunciones, un lapso de más de dos años y medio. En cambio las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud atribuyen a los sucesos de tránsito un promedio de tres mil defunciones por año en República Dominicana aunque otro registro solo da constancia de 1,874 mortalidades en 2021 cuando los casos venían en acelerado crecimiento tras la baja del 2020, período de confinamientos antivirus.
Aportando su propio seguimiento a los eventos que involucraron vehículos, J. Osiris Mota, consultor de seguro y exgerente exitoso de una importante aseguradora, afirmó en un artículo de opinión que solo en el 2021 en el país hubo 106,777 lesionados con más de un 25% de víctimas con daños físicos permanentes, «pasando a ser una carga para sus familiares, pobres en su mayoría, o para el Estado con grandes costos hospitalarios».
Su balance para todo un decenio arroja el número de un millón cien mil lesionados, 300 mil inválidos o con menor movilidad y 35 mil muertes (El Día 28/11/22 pag. 12). Para Mota, se trata de «la peor tragedia sin dolientes» de este país por una ostensible falta de políticas públicas para corregir la raíz de enormes daños a ciudadanos que en su gran mayoría no son indemnizados por el Estado ni por los responsable de causarlos.
Y se pregunta: ¿por qué a nuestros políticos no les importa la suerte de tantos dominicanos? para luego definir a los accidentes viales como la mayor epidemia «que en un año mató más personas que la pandemia de covid». Cabe señalar que el director ejecutivo del Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 911, general Vicente Mota Medina, reveló hará poco que los accidentes de tránsito representan el principal motivo de llamadas de auxilio desde que ese servicio existe para los ciudadanos hace más de cinco años. Ninguna otra calamidad se le equipara.