La estación Juan Pablo Duarte del Metro de Santo Domingo, donde confluyen las líneas Uno y Dos, se ha convertido en un centro comercial, donde se producen transacciones financieras, envíos de remesas, servicios telefónicos y negocios de otra índole.
El gran pasillo interior que conecta a ambas líneas se mantiene en constante movimiento debido a los miles de usuarios de este medio de transporte que entran, salen, suben y bajan para acudir a sus centros de estudios, de trabajo, diversión y otras actividades.
En las horas picos, el angosto pasillo resulta pequeño para el flujo de pasajeros en constante movimiento, casi siempre rápido, de una línea a otra, dependiendo del lugar de destino.
En la estación existen sucursales bancarias, empresas que se dedican a la telecomunicaciones, todas las que existen en el país, cadenas de farmacias, otras que se dedican al envío de valores, tanto a nivel nacional como internacional.
Estas oficinas o sucursales facilitan a los usuarios el desenvolvimiento sin necesidad de salir a la superficie, lo que garantiza mayor seguridad.
Hay personas como Rafael Ortiz, que tomó el Metro en Villa Mella para desarrollar una transacción en la sucursal del Banco de Reservas que opera donde se hace el transfer, porque de esa manera se siente más seguro.
Ortiz obvió dos sucursales de esa institución financiera que existen en Villa Mella, debido a que sentía más seguridad hacerlo desde el Metro sin salir a la superficie.
Al descender por las escaleras podrá abordar la línea 2 con destino al oeste, en dirección a la avenida Gregorio Luperón, donde está la estación María Montés o al Este, en dirección al puente Francisco del Rosario Sánchez, donde se encuentra la estación Eduardo Brito.
Exceso. Al reportero gráfico del equipo de prensa que acudió a ese lugar, Bienvenido Mejía, lo detuvieron luego de hacer algunas gráficas, una vez recargó y pasó el control electrónico.
De inmediato dos agentes del Cuerpo Especializado para la Seguridad del Metro (Cesmet) lo conminaron a entregar la cámara fotográfica porque supuestamente está prohibido tomar fotos en el Metro.
Los agentes insistieron en que mostrara las fotografías para borrarlas, de lo contrario tendría que dejar su equipo, mientras otro llamó a un coronel vía celular, quien al parecer insistía en conminar al reportero a desaparecer las imágines.
Luego de varios minutos el fotorreportero demostró que no tenía imágenes, sin embargo, se hicieron algunas fotos con el celular de manera discreta, con lo que se muestra que la prohibición de la cámara es un absurdo.