Desde que Guido Gil Díaz llevó a Manolo Tavárez Justo a pronunciar un discurso en Radio Caribe, donde compartía el trabajo de prensa con Gregorio García Castro, comenzó una persecución en su contra que se extendió hasta el Gobierno de Balaguer en el que lo asesinaron porque el inquieto revolucionario había intensificado su lucha por los obreros no solo en aparentes periodos de paz sino en la guerra. Representantes de intereses norteamericanos en el país y los militares balagueristas más arbitrarios lo tenían en mira.
García Castro y Gil Díaz no solo fueron colegas y amigos. La madre de Guido y el padre de Goyito eran primos. Por esa razón García Castro abofeteó en la Secretaría de Agricultura a un compañero que se alegró de la desaparición de Guido. Años más tarde, García Castro sería también asesinado en los abusivos 12 años. Cuando Tavárez Justo habló en la emisora, destituyeron a los primos.
“Guido comenzó a perfeccionar y ampliar su obra sobre Gregorio Luperón, “Orígenes e ideario de la guerra restauradora”, con la que había participado en un concurso organizado por la Academia Dominicana de la Historia y patrocinado por el presidente Juan Bosch. La publicó en 1964. Otros libros suyos quedaron inéditos, revelaron Gustavo y Orlando Sánchez Díaz.
En 1964 Gil Díaz ideó aplicar en el Central Romana el llamado “paso de la jicotea” que implicaba trabajar más despacio “y no podían declararlo como ilegal”, observa Melvin Mañon, camarada de Guido en el 14 de Junio. Dice que este creó y fundamentó la táctica pero los hermanos Sánchez cuentan que se había aplicado antes. El procedimiento representó “una gran pérdida económica y obligó a los patronos a negociar el pacto colectivo”, significan Gustavo y Orlando.
Agregan que ese mismo año Guido dirigió la famosa huelga que se conoció como “Jornada 2 de Mayo”. “Fue un levantamiento popular contra el triunvirato”, explican.
Posteriormente, señalan, organizó el congreso de Poasi. Ya era parte del buró obrero del 14 de Junio junto con Vladimir Blanco, Julio de Peña Valdez, Junior López, Guayubín González Espinosa y otros.
En esa agrupación su principal contacto era Darío Solano, con quien Guido compartió la lucha política hasta que este se asiló en la embajada de Argentina.
En la guerra. Frente al estallido revolucionario del 24 de abril de 1965 Guido aconsejó a los Sánchez “esperar órdenes”, pero dos días después el 14 de Junio distribuyó sus cuadros y a Guido le correspondió situarse en el comando de la calle Santomé frente al mercado Modelo en unión de Juan B. Mejía, González Espinosa, De Peña Valdez y otros. Su responsabilidad, declaran Gustavo y Orlando, era “coordinar los movimientos bélicos y redactar los comunicados”.
“Ahí funcionó el Buró Obrero del 1J4”, destacan y expresan que su pariente tenía grandes simpatías por esta clase “explotada” y “mucha sensibilidad social”. Resaltan sus condiciones de líder al que respetaban y querían.
“Ya era marxista. Recuerdo que compré las obras completas de Mao y él se quedó con ellas, él y Darío Solano se complementaban mucho. Después estrechó relaciones con Fafa Taveras de quien fue inseparable”, narra Gustavo.
Muchos de los trabajos que redactó Guido durante y después de la guerra eran impresos “en la casa de Bienvenido Castillo, en Cristo Rey”. En 1966 fue su viaje a Cuba representando al 14 de Junio en la conferencia Tricontinental. Cayetano Rodríguez del Prado, Asdrúbal Domínguez y Euclides Gutiérrez asistieron por el MPD, el PSP y el Movimiento 24 de Abril, respectivamente.
A su regreso encontró la lucha interna del partido. Guido se fue del lado de los denominados “transformistas” que consideraban que la agrupación debía ser un partido obrero mientras que los “antitransformistas” “negaban eso, planteaban que debía seguir con su línea de liberación nacional representando los sectores medios, la pequeña burguesía…”, expresan.
Guido pasó a formar parte del Movimiento Popular Dominicano, al igual que Juan B. Mejía, Amín Abel Hasbún, Fafa Taveras, Cocuyo Báez, Gustavo y Orlando Sánchez Díaz, Héctor Ortiz, Julio de Peña y continuó sus responsabilidades en el Central, pasando mucho tiempo en la ciudad de La Romana.
La desaparición. “Tadeo Guerrero lo apresó, lo llevó al cuartel de la Policía, lo exhibió para que los demás agentes lo identificaran, lo soltó y Guido se dirigió a San Pedro de Macorís. Al otro día salió para Santo Domingo y nunca llegó”, comunican Orlando y Gustavo. El coronel Simón Tadeo Guerrero, luego general, era el jefe del departamento Sureste, con asiento en La Romana. Desde el 17 de enero de 1967 hasta el presente, se le ha estado vinculando a la muerte de Guido Gil.
Saliendo de Macorís fue sacado del carro público en el que se dirigía a la Capital. Los Sánchez declaran que “Teobaldo Rusell, gerente general del Central Romana, ordenó su muerte en represalia pues Guido se había convertido en una piedrecita en su zapato”.
Según sus investigaciones “a Guido Gil lo mató el propio Tadeo, a palos”, dicen, y añaden que recibieron el dato, además, de que lo sepultaron “en unos potreros de los Vicini”, aunque para ellos, el cadáver fue lanzado al mar.
Balaguer, cuentan, nombró una comisión encabezada por el vicepresidente Carlos Rafael Goico Morales. “Investigaron al chofer y a los pasajeros y al mostrarles una foto del desaparecido afirmaron que viajaron con él y que lo bajaron en un destacamento a la salida de Macorís”. Añaden que también fue investigado Carlos Morales Troncoso, entonces alto ejecutivo del Central. Además, el conductor del vehículo aseguró a un compañero del MPD: “El señor que tú mandaste lo apearon ahí”, señalando el sitio declarado por los demás viajeros.
Más de 100 periodistas firmaron un documento pidiendo esclarecer el destino de su colega y el MPD hacía igual reclamo en otros sucesivos y señalaba a los responsables. La vivienda de los Díaz fue allanada y la Policía se llevó una maleta de Guido con documentos y objetos personales. Gustavo fue hecho preso.
“Mamá y tía Kaistila fueron donde Balaguer, el único responsable de esta muerte”, a pedir explicaciones y el gobernante, en el más depurado estilo trujillista, les contestó que tenía informes de sus servicios de inteligencia de que Guido había enviado una carta desde fuera, que había salido del país. La madre de los Sánchez, una revolucionaria que en 1946 había militado en la Juventud Democrática contra Trujillo “se paró del asiento y le dijo a mi tía: ‘Kaistila, vámonos de aquí”.
Además de tres calles en Santo Domingo, fue designado “Guido Gil” el puente sobre el río Higuamo.