BARCELONA. Símbolo de buen juego, solidaridad y catalanidad, la ejemplar imagen del Barça en los últimos años queda en tela de juicio tras la turbia operación para fichar a Neymar y el presunto fraude fiscal de su jugador estrella, Leo Messi.
Aunque la principal preocupación del aficionado siguen siendo los resultados deportivos, el prestigio de esta institución, que se reivindica a sí misma como «más que un club», corre el riesgo de quedar dañado, especialmente fuera de las fronteras españolas.
«El Barça ya no es virginal», resume Ramón Miravitllas, periodista y autor del libro «La función política del Barça».
«Esta imagen del Barça idílico, llena de gente de buena voluntad, altruistas, filantrópicos» ha «sufrido un daño desde que Messi y su familia fueron encausados por la justicia y el paralelismo brutal con el caso Neymar», explica.