En memoria de mi fraternal amigo:
Camilo Lluberes
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Las Mittlestand son más que una clase de empresas. Representan un modelo económico y social envidiable que países como el nuestro debería considerar.
Las pequeñas y medianas empresas alemanas van más allá de la rentabilidad. Se enorgullecen de tener una cultura de trabajo saludable. Un estudio de la Universidad de San Galo sobre gestión humana afirma que hasta el 97% de sus empleados encuentran un sentido de comunidad y un 87% no se sienten subestimados o explotados.
Además, son compañías innovadoras. Deben serlo, ya que muchas enfrentan competencia local e internacional. De hecho, el 54% de estas compañías introdujeron un producto o proceso innovador al mercado en el periodo comprendido entre el 2008 y el 2014, mientras que los países de la Unión Europea promediaron un modesto 34%. Las pequeñas y medianas empresas, con un fuerte apoyo del gobierno, dedican miles de empleados a la investigación y desarrollo, aumentando de una manera apreciable su gasto en esta actividad desde el 2004. Esto equivale a 9,500 millones de euros.
Las Mittlestand apuestan por planes a mediano y largo plazo, dejando a un lado el cortoplacismo que ciega a empresas que dependen de la ambición de individuos que desconocen las industrias en las que invierten. Se afirma que el 95% de las empresas alemanas son de propiedad familiar y el 85% es manejado por integrantes de las mismas. De esta manera, el vínculo entre la administración y los accionistas es cercano y es mucho más fácil trazar los objetivos en distintos plazos de tiempo.
Adicionalmente, las Mittlestand pueden exhibir finanzas sólidas. La gran mayoría de sus activos, en promedio un 54%, son financiados con capital propio. A la hora de agenciar un crédito en el banco, poseen mayor poder de negociación, lo que se traduce en costos menores. De hecho, los préstamos bancarios representan un 29% del financiamiento. También cuentan con la confianza del gobierno alemán que proporciona incentivos que equivalen al 25% de su financiamiento. El gobierno alemán acepta e incentiva este modelo porque entiende que este costo es mínimo al ser comparado con sus beneficios económicos y sociales, lo que resulta en un fuerte incremento en los ingresos fiscales, tanto de carácter directo como indirecto.
Por otro lado, algunos argumentan que las Mittlestand pueden ser víctimas de la globalización. Cada vez más, los mercados emergentes abaratan productos y procesos. No obstante, es preciso recordar que las Mittlestand se especializan en nichos que requieren conocimientos específicos y uso intensivo de capital. En otras palabras, invierten en sectores difíciles de acceder. Hermann Simon afirma que muchas de estas pequeñas y medianas empresas cuentan con sucursales en varios países en el extranjero donde proveen servicios y asesoramiento. Van más allá de la venta de un producto.
En resumen, las Mittlestand son esenciales en esta visión de nación de Alemania. Se sostienen en cuatro pilares: a) obsesión en respaldar el sector productivo, b) evitar el consumo desproporcionado, c) un sistema educativo que va de la mano del mercado laboral (de hecho la simbiosis de estos sectores es tan grande que prácticamente ambos están integrados) y d) una gerencia a corto plazo en concordancia con los plantes a mediano y largo plazos.
Muchas lecciones pueden ser extraídas de las Mittlestand. Un país como el nuestro podría hacer uso de muchos aspectos de este modelo. Es necesario cultivar y fortalecer nuestro sector productivo con miras a adentrarnos en la cadena de producción global. Para esto se requiere de un apoyo más amplio del sector financiero, una renovación del sistema de educación técnica del país y fuerte apoyo del gobierno. No tengo dudas de que, si se implementa una parte importante de estos pilares, países como el nuestro podría cosechar enormes beneficios económicos y sociales, en un ambiente donde se mejore la distribución del ingreso y de la riqueza, resultando en una sociedad con alto nivel de equidad y dinamismo.
Investigador asociado:
Iván Kim Taveras.