Puesto que el producto artístico no posee valor económico intrínseco, tampoco existen reglas o parámetros objetivos para determinar el “valor real” de una obra de arte. La “apreciación” económica del objeto estético se establece en base a criterios subjetivos y arbitrarios, relacionados principalmente con las esferas de lo simbólico, lo cultural y lo intangible: capacidad económica, prestigio social, poder político, satisfacción del gusto personal…
El valor simbólico adjudicado a una pintura, escultura, dibujo, obra gráfica o fotográfica, contiene un substrato de valores estéticos y culturales que prevalecen más allá del tiempo y el contexto de su creación, pero la valoración del producto artístico estará siempre condicionada por la oferta y la demanda.
En el mercado del arte, las mercancías-arte poseen un estatus especial: son las únicas que tienen un significado cultural, un valor simbólico y un valor de mercado. Para justificar el valor de mercado es necesario armar un “circuito” en el que intervienen artistas, galeristas, “art dealers”, asesores, casas de subastas, coleccionistas, críticos, curadores, historiadores del arte y medios de comunicación. La estrategia de los armadores de este circuito se basa en hacernos creer verdaderamente en la “inminencia específica” de la cotización financiera.
Desde luego, el significado estético-espiritual asignado a las obras de arte es mucho mayor que su equivalente monetario, pero el valor simbólico y el valor de mercado son interdependientes. No hay valor de mercado sin valor simbólico. Se necesitan y se constituyen entre sí. Además, la trayectoria profesional, el nivel de “celebridad” y los hechos relacionados con la vida de un artista, se tornan “precondición” para que el valor de mercado de su obra pueda “suceder”. Las mitologías y gestuales personales del artista son cruciales porque vitalizan su obra de forma única y hacen que su valor simbólico parezca creíble y auténtico.
Esto explicaría las razones de las astronómicas cifras que en los últimos años han sido pagadas por las obras de una serie de artistas emblemáticos de la modernidad y la contemporaneidad, tales como Vincent Van Gogh (1853-1890), Claude Monet (1840-1926), Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), Paul Cézanne (1839-1906), Paul Gauguin (1848-1903), Edvard Munch (1863-1944), Francis Bacon (1909-1992), Alberto Giacometti (1901-1966), Andy Warhol (1928-1987, Mark Rothko (1903-1970), Lucian Freud (1922-2011) y Damien Hirst (1965), entre otros de igual nivel.
Precisamente, durante la segunda semana del mes en curso, las prestigiosas casas Christie’s y Sotheby’s han celebrado en Nueva York sus tradicionales subastas de arte moderno y contemporáneo con unos resultados históricos tan sorprendentes como enceguecedores, especialmente si se advierte que el mundo atraviesa hoy por una de las peores crisis financieras de las últimas siete décadas.
En efecto, las subastas de arte de primavera en Nueva York se iniciaron en Sotheby’s con la venta de “La avenida de los Alyscamps”, de Van Gogh, por más de 66 millones de dólares, el precio más alto pagado por una obra del genial precursor holandés del expresionismo desde 1998. Logrando cifras récords para una pintura de Picasso y una escultura de Alberto Giacometti, Christie’s cerró el miércoles 13 una memorable “subasta del siglo” con recaudación total de 1.726 millones de dólares.
Así, la extraordinaria y genial obra pictórica de Pablo Ruiz Picasso se revaloriza y asciende nuevamente hacia las nubes y nebulosas del mercado con “Las mujeres de Argel”, un óleo sobre tela con medidas de 114×156 centímetros, adquirido la noche del martes 12 de mayo por un coleccionista anónimo por la estratosférica suma de 179,3 millones de dólares, convirtiéndose en la pintura más cara vendida jamás en pública subasta.
“Las mujeres de Argel (Versión O)”, es una pintura cubista definitivamente icónica y paradigmática; una pieza clásica de la etapa de madurez creativa, ejecutada por Picasso en 1955 y en la que destaca especialmente a escena central de un harén con mujeres semidesnudas, así como un estallido de figuras, planos y espacios multicolores impregnados de brillantez y fascinante vitalidad.
Esta “Versión O” de “Las mujeres de Argel” es la última de una serie de quince, numeradas con letras del alfabeto y adquiridas todas por los coleccionistas Víctor y Sally Ganz al mismo Picasso en 1956. Es un doble homenaje a su amigo y rival, Henri Matisse (1954) y está inspirada en una pintura del mismo título de Eugène Delacroix que pertenece al Museo del Louvre.
Los especialistas han señalado que en el cuadro de Delacroix, Picasso creía ver a Jacqueline Roque, su última compañera y que se trata de una pintura cuya calidad estética e importancia histórica son similares otras obras magistrales del malagueño inmortal como el “Guernica” y “Las señoritas de Aviñón”. Era una de las últimas obras de gran tamaño de Picasso que aún formaba parte de una colección privada. La pintura había sido rematada en 1997 por 32 millones de dólares. En poco menos de veinte años, ha sextuplicado su valor.
De esta manera, “Les femmes d’Alger”, estimada inicialmente en 140 millones de dólares y vendida a los once minutos de intensa y excitante puja, destrona al extraordinario tríptico titulado “Tres estudios de Lucian Freud”, del británico Francis Bacon, pintura de una alucinante síntesis formal y una estremecedora fuerza expresiva que ostentaba el récord desde noviembre del 2013, cuando fue rematada por Christie’s en 142,4 millones de dólares.
Asimismo, la escultura titulada, “El hombre que señala”, del genial artista suizo Alberto Giacometti, se convirtió en la escultura más cara vendida en un remate público, por un precio de 141,28 millones de dólares. Estos récords fueron logrados en el marco de la inédita subasta de Christie’s “Explorando el futuro a través del pasado”, compuesta por una selecta colección de 35 obras ejecutadas entre los inicios del siglo XX hasta la actualidad.
Entre otras razones, las cifras cada vez más altas que se apuestan en el mercado del arte se enmarcan en el contexto de unos resultados óptimos para los coleccionistas e inversionistas, con ganancias de entre 10 y 15% anual para las obras superiores a los 100.000 dólares. Tal como destaca “Artprice”, empresa líder mundial en información sobre el mercado del arte, los consumidores de arte pasaron de unos 500.000 en el periodo de la segunda posguerra europea a los 70 millones en 2015, incluyendo una renovación y una expansión del mercado a toda Asia, el Pacífico, Medio Oriente, Sudáfrica, India y América Latina…