La mancha.- No tenía noticias del extraño sentido del humor del senador Prim Pujals, quien preside la comisión especial q ue “investiga” el origen de la fortuna del senador peledeísta Félix Bautista, hasta que me llegó una carta calzada con su firma invitándome a participar en una sesión de trabajo de esa comisión, a la que un servidor podría aportar “información útil para los fines y objetivos de su investigación”- ¿Comprende ahora por qué pensé que se trataba de un chiste de mal gusto del representante de Samaná? Prim Pujals sabe, como lo sabe también el propio Félix Bautista porque me lee cotidianamente (al menos eso me dijo en la única conversación que hemos tenido la oportunidad de sostener), que no es a mi a quien hay que pedirle pruebas del origen lícito o ilícito de su fortuna, ni soy yo quien tiene que probar acusaciones que nunca he hecho. Tampoco servirá esa invitación al propósito de sus inspiradores de intimidar a quienes hemos tenido la osadía de referirnos, en mi caso por razones de oficio, a las acusaciones de corrupción que pesan contra Bautista, a las que se ha visto ligado desde el año 2000, al concluir su primera experiencia como funcionario público. Por lo tanto, mi presencia en la reunión de la comisión senatorial a la que he sido tan gentilmente invitado es innecesaria “a los fines y objetivos de su investigación”, y no sería justo que sus distinguidos miembros pierdan su tiempo con quien no tiene nada que aportar. Aunque sí me gustaría aprovechar la oportunidad para decirle desde aquí al ingeniero Bautista, el titiritero que mueve esos hilos, que independientemente del previsible resultado de las investigaciones de la comisión senatorial, o de lo que ocurra con los sometimientos a la justicia con los que procura silenciar a sus “difamadores”, el estigma de corrupto lo acompañará, como la sombra al cuerpo, durante el resto de su vida, pues esa es una mancha que no podrá borrar ni con todo el dinero del mundo.