La advertencia del senador Arístides Victoria Yeb es oportuna, ya que el ruido que provoca el tirijala con las primarias abiertas y cerradas puede crear la falsa impresión de que esa es la única razón por la cual nos urge aprobar la Ley de Partidos, pues igualmente importantes son la regulación al financiamiento de las organizaciones políticas y, sobre todo, el tope al gasto de los candidatos, que es lo que garantiza la necesaria equidad. El legislador nos recuerda que volver a celebrar elecciones sin que se le ponga un límite al gasto de los candidatos mantendrá las puertas abiertas a quienes desde el crimen organizado o el narcotráfico se interesen en patrocinar candidaturas, por lo que volveríamos a tener “candidatos con dinero no muy claro, como los tenemos actualmente, donde algunos legisladores, alcaldes y regidores han tenido problemas con la justicia”. Pero no solo del dinero del crimen organizado y el narcotráfico, agrego yo, hay que proteger nuestros procesos electorales, cada vez más costosos, pues al paso que vamos solo los “gaseros” y propietarios de bancas de apuestas y de lotería podrán ser diputados, senadores y alcaldes porque serán los únicos que podrán costear una candidatura. Victoria Yeb explicó que para evitar que se imponga el poder del dinero, venga de donde venga, la Ley de Partidos obliga a esas organizaciones a colgar en sus páginas web quién las financia y con cuánto. Pero primero hay que aprobarla, sacarla del pantano en el que la han metido las ambiciones contrapuestas del liderazgo peledeísta, lo que al momento de escribir esta columna dependía de una reunión entre los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, con la bendición del expresidente Leonel Fernández y el presidente Danilo Medina. Casi dos décadas dando tumbos y tropezones para que al final sea el consenso de dos, fuera del Congreso Nacional, lo que hará posible su aprobación. Definitivamente, esta es una democracia muy especial.