El Panel del Clima de la ONU publicó su informe final el pasado dos de noviembre. Conocemos la mayor parte de lo que dice, ya que es un resumen de sus tres principales informes, publicados en el último año. El calentamiento global es real y un problema significativo.
También sabemos que los medios de comunicación oirán -en palabras de la revista Mother Jones-, que este informe confirma que el calentamiento futuro será “espantoso, horrendo, horrible, impactante, macabro y repulsivo”[i].
En medio de la exageración alarmista y la realidad del cambio climático, una vez más corremos el riesgo de perder la oportunidad de pensar inteligentemente acerca de la energía y de encontrar una manera realista para solucionar el calentamiento global.
En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de que el mundo no va a abandonar los combustibles fósiles por muchas décadas. A nivel mundial, obtenemos un minúsculo 0.3 por ciento de nuestra energía a partir de la energía solar y eólica[ii]. Según la Agencia Internacional de Energía, incluso con un escenario muy optimista, en 2035 vamos a obtener sólo el 3.5 por ciento de nuestra energía a partir de la energía solar y eólica, a la vez que se pagan casi 100 mil millones de dólares en subsidios anuales. Hoy en día, el mundo obtiene el 82 por ciento de su energía a partir de combustibles fósiles, en 21 años todavía será más del 79 por ciento.
La simple razón es que la energía barata y abundante es lo que impulsa el crecimiento económico. Y por ahora, eso significa que las cuatro quintas partes se obtienen de los combustibles fósiles y gran parte del resto proviene del agua y de la energía nuclear. Mientras que el viento implica un menor costo en algunas áreas rurales, el carbón es mucho más barato en la mayor parte y proporciona energía aún cuando el viento no sopla.
Como la mitad pobre de nuestro mundo está aspirando a un desarrollo similar al de China, ellos también querrán mucha, mucha más energía, la mayor parte impulsada por carbón. Incluso el climáticamente preocupado presidente del Banco Mundial acepta que “nunca ha habido un país que se haya desarrollado con energía intermitente”[iii].
Reconocer que los combustibles fósiles estarán aquí por mucho tiempo significa poner mayor énfasis en el traspaso del carbón al gas, ya que el gas emite cerca de la mitad de los gases de efecto invernadero. La revolución del gas de esquisto (shale gas) de los Estados Unidos ha reducido los precios del gas y ha dado lugar a un importante traspaso del carbón al gas. Esto ha reducido las emisiones de CO₂ de los Estados Unidos a su nivel más bajo en 20 años[iv].
En 2012, el gas de esquisto en los Estados Unidos redujo las emisiones tres veces más que toda la energía solar y eólica en Europa.[v] Al mismo tiempo, Europa pagó cerca de 40 mil millones de dólares en subsidios anuales por la energía solar, mientras que los americanos ganaron más de 200 mil millones de dólares al año por la revolución del shale gas[vi]. El gas, obviamente, sigue siendo un combustible fósil y no la solución definitiva, pero puede reducir las emisiones en los próximos 10 a 20 años, especialmente si la revolución del shale se expande a China y al resto del mundo en desarrollo.
En segundo lugar, mientras el calentamiento global será un problema, gran parte de la retórica es salvajemente exagerada -como cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la llama “un desafío existencial para toda la raza humana[vii]«. El IPCC estima que el costo total del cambio climático para el 2070 oscilará entre el 0.2 y dos por ciento del PBI. Si bien esto es definitivamente un problema, es equivalente a menos de un año de recesión durante los próximos 60 años.
El calentamiento global resulta insignificante cuando se compara con muchos otros problemas globales. Mientras que la OMS estima 250 mil muertes anuales por el calentamiento global en 30 años[viii], 4.3 millones mueren cada año en este momento debido a la contaminación del aire interior[ix], 800 millones mueren de hambre[x], mientras que 2.5 mil millones viven en la pobreza[xi] y carecen de agua potable y servicios sanitarios.[xii]
Cuando la ONU le preguntó a cinco millones de personas por sus principales prioridades, las respuestas fueron una mejor educación y asistencia sanitaria, menos corrupción, más puestos de trabajo y alimentos accesibles[xiii]. Colocaron el calentamiento global en el último lugar, como prioridad número 17.
En tercer lugar, las políticas climáticas pueden fácilmente costar mucho más que los daños del calentamiento global -mientras que ayudan muy poco-. La aventura solar alemana, que les ha costado a los contribuyentes más de $130 mil millones, al final del siglo solo postergará el calentamiento global en unas triviales 37 horas.
Mientras que un impuesto bajo al carbono en teoría podría ayudar un poco, la realidad es que las políticas climáticas en casi todas partes han sido ineficaces, han aportado poco beneficio, mientras que apoyan a las tecnologías más derrochadoras. El IPCC advierte que las imperfectas políticas climáticas pueden resultar dos a cuatro veces más caras. Los biocombustibles, por ejemplo, han elevado los costos de los alimentos, causando probablemente un adicional de 30 millones de hambrientos más, con otros 100 millones con perspectivas de morir de hambre para el año 2020. Y es probable que los biocombustibles causen un aumento neto de las emisiones de CO₂, porque obligan a la agricultura a talar bosques en cualquier lugar para cultivar alimentos.
Es por esto que tenemos que tener cuidado e impulsar las políticas adecuadas. Durante 20 años, el refrán han sido promesas de recortar las emisiones de CO₂, como el Protocolo de Kioto. Durante 20 años, estas políticas han fracasado. Deberíamos, en cambio, mirar a la economía del clima para encontrar soluciones más inteligentes.
El problema fundamental es que la energía verde es demasiado cara, por lo que necesitará miles de millones en subsidios en las próximas dos décadas. En lugar de hacer más promesas fallidas de pagar aún más subsidios, deberíamos gastar el dinero en investigación y desarrollo de las próximas generaciones de fuentes de energía verde. Si somos capaces de innovar en el precio de la energía verde por debajo del costo de los combustibles fósiles, todos van a hacer el traspaso, incluyendo China y la India. La economía confirma que por cada dólar gastado en I+D verde, evitaremos 11 de dólares de daño climático.
Pero esto requiere que separemos el sensacionalismo del verdadero mensaje del IPCC: el calentamiento global es un problema, pero a menos que lo arreglamos con inteligencia, no lo arreglaremos en absoluto.
[ii] IEA Dataset: World – Renewable and Waste Energy Supply (Ktoe), accessed 2014
[iii]http://mobile.bloomberg.com/news/2014-08-05/world-bank-may-support-african-coal-power-kim-says.html
[v] http://static.berkeleyearth.org/memos/explainingDdeclinesDinDusDcarbon.pdf
[vi]IEA Global 2013, p229, $237 billion in 2012 alone, p8, http://www.ihs.com/info/ecc/a/americas-new-energy-future.aspx
[xi]http://siteresources.worldbank.org/INTPOVCALNET/Resources/Global_Poverty_Update_2012_02-29-12.pdf
[xiii]http://data.myworld2015.org/
(*) Bjorn Lomborg es autor de los best seller «El ecologista escéptico» y «Cool It», director del Centro para el Consenso de Copenhague, y profesor adjunto de la Facultad de negocios de Copenhague.