Una impactante obra sobre
la vida de Manolo Tavárez

Una impactante obra sobre<BR>la vida de Manolo Tavárez

POR ÁNGELA PEÑA
Está circulando un nuevo libro que se ha convertido en comidilla de círculos políticos, históricos, culturales, sociales, porque con nombres y apellidos supuestamente reales, cuenta  vergonzosos episodios, revela conductas de traición, infidelidad, espionaje, ambiciones, cobardía, amores turbios, relaciones compartidas, aislados casos de homosexualidad, infiltrados, desertores, que engañaron, humillaron, burlaron, abandonaron al personaje central de la obra, que el autor tituló “Manolo”.

 La portada, ilustrada con una foto de Manuel Aurelio Tavárez Justo, especifica que se trata de una “Novela Histórica”, sin embargo, al conocedor de la política dominicana contemporánea, los protagonistas, lugares, acontecimientos, le parecen tan familiares que más que ficción, el libro le deja la impresión de ser el más completo documento histórico sobre la vida de “Manuel Aurelio Tavárez Justo” (llamado así en las páginas), de las luchas antitrujillistas, del Movimiento Revolucionario y del Partido Político 14 de Junio, de las guerrillas de 1963 y de todo el devenir trascendente nacional desde que nació el líder montecristeño hasta que fue salvajemente asesinado en Manaclas.

 Es un manojo de presuntas revelaciones ¿Pero como establecer si  son ciertas o son fábula? Este es un “Manolo” aventurero y mujeriego en extremo que llega a engañar a su esposa “Minerva” con “Marien”, una “muchacha hermosísima que balanceaba su cuerpo de guitarra caminando con armonía, luciendo sus cabellos rizos y observando a la gente con mirada coqueta”, manifiesta. Enloquecido con la chica, no reparó en su condición de casado para exhibirse con ella en el “Club Ramfis”, de lo que enteraron a la consorte, entonces residente en la capital, en casa de “doña Isabel viuda Lithgow”, pues estudiaba la carrera de Derecho, cuenta el investigador.

 Ella decidió dejarlo, añade. Sumida en un mar de lágrimas viajó a Montecristi a recoger sus pertenencias y a una hija, “Minou”, y mientras hacía el recorrido, dice el escritor que cavilaba: “Manolo la prefirió a ella porque es joven como él, y no vieja como yo. Yo sabía que por el hecho de llevarle cuatro años se iba a reflejar negativamente en el matrimonio. Por eso no quería casarme con él, pero mi madre me dijo que la edad no importaba…”.

 Pensaba que no había sido educada para el divorcio, según Disla, que señala que “su propia madre tampoco se divorció cuando don Enrique tuvo otra, también mucho más joven que ella”.

 La propia “Minerva”, escribió, fue conquistada por “Manolo” teniendo él amores con una muchacha llamada “Ana” a la que abandonó preparada para la boda. No sabiendo cómo salir de ella, agrega, ideó decirle que se irían a vivir a su pueblo consciente de que la novia no lo aceptaría. Ya antes Manolo, según narra Disla, había tenido amores con “Carmen Rosa”, “Elsa Rivas”, “Charo”.  El matrimonio con “Minerva” no se disolvió. “Marien” fue su única y última aventura extraconyugal. Después que la dictadura de Trujillo asesinó a “Minerva” junto a sus hermanas “Patria” y María Teresa”, refiere el autor que éste tendría relaciones sentimentales con su secretaria, identificada como “Miguelina”, que intentaría suicidarse tras descubrir que “Manolo” amaba a una cantante llamada “Sonja”. El dirigente político se enamoraría, además, de una prima divorciada de “Emilio Cordero Michel”, amigo de Manolo que se iría junto con él a las lomas, significa Disla.

 Edwin Disla parece haber averiguado muy a fondo la personalidad de su biografiado y no hubo detalle de su vida que dejara en el tintero. Pese a que en sus actos futuros se ponen de relieve su martirologio, su heroísmo, su valentía, el coraje de enfrentarse a la dictadura y al Triunvirato y de tratar de reponer el Gobierno Constitucional de Juan Bosch, se intuye que no desea incurrir en el error de otros autores que piensan que revelando estos hechos de próceres y héroes disminuyen su dimensión y su categoría. Lo muestra como hombre de carne y hueso, producto de su cultura y de su tiempo. Lo presenta apuesto, imponente, seductor.

Una joven antitrujillista de la que Disla narra el coraje con que resistió los vejámenes y torturas de La 40, que él dice respondía al nombre de “Sina Cabral”, estuvo “perdidamente enamorada de “Manolo”, afirma. Pero, aclara, él quería a “Miguelina” y amaba a “Sonja”, a la que despidió rumbo a la montaña: “Si salgo vivo de esta batalla, nos casaremos”. “Te estaré esperando”, expresa Disla que respondió ella.

 Otros amores que se refieren en “Manolo” son los de supuestos actores relacionados con ese pasado, llamados por él “Aniana Vargas y Roberto Duvergé”, “Emma Tavárez Justo” y “Luisito”, que después, según el libro, resultaría ser un espía; “Leandro Guzmán” y “Martha Roque”, “Elsa Justo y Juan B. Mejía”, aunque de esta última también dice que estuvo enamorado “Cruz Peralta”, y “Piky” y “Polo Rodríguez”. “Polo”, refiere Disla, primero vivió unas intensas relaciones amorosas con una presunta monja, “Sor Amanda”. De “Piky” y “Polo”, narra:  “…Ese primer contacto marcó el punto de partida de las intenciones amorosas de él (”Polo”) pero ella (“Piky”), era novia del popular músico Rafael, noviazgo que no prosperaría porque lo de ella era el fusil y lo de él, la música.

Rafael partiría para los Estados Unidos con un contrato, y ella cedería ante la insistencia de Polo. Soñarían en convertirse en una pareja parecida a la de Raúl Castro y Vilma Espín”.

 Los amores entre los llamados “castrocomunistas” son detalles empleados por el autor quizá para imprimir a su obra mayor característica de novela. Lo difícil de asimilar es la conducta, si es veraz, que atribuye a personajes que aunque enmarcados dentro de la ficción son mencionados por santos y señas supuestamente auténticos.

Ambiciones y traición

 La vida de “Manolo” y sus compañeros en las ergástulas trujillistas aparece relatada como si el autor las hubiese sacado de diarios de los presidiarios. Igual están torturadores, calieses, asesinos, muertos, desaparecidos. Pero “Manolo” sería un hombre marcado por el dolor permanente que representó el vil asesinato de su esposa, cuyo espectro se le aparecía, según Edwin Disla. Después vendría la libertad, el entusiasmo por liberar al pueblo, el tormento por la división, las intrigas, ambiciones, rencillas y falsedades de los miembros de un 14 de Junio en el que, aparentemente, casi el único patriota era su dirigente máximo.

 “José Antonio Fernández Caminero” se fue con los cívicos y con el imperio”, “los esposos Niño Álvarez y Dulce Tejada y “Luis Manuel Baquero” le siguieron”; los “hermanos Tirso y Marcio Mejía Ricart” “lo utilizaron con la falsa promesa de unas armas”; “Víctor, primo de Manolo, era un oportunista reaccionario” que terminaría echándolo de la casa donde lo albergaba, por comunista”. Todo eso lo asegura Disla.

 “Camilo”, que pasaba como catorcista, le vendió armas dañadas para la guerrilla; “Andrés Norman”, “Roberto Duvergé”, “Máximo Bernard”, “Fidelio Despradel”, “Jorge Lama”, “Luis Peláez”, “Blanco Fernández”, “Manzano”, “José Israel Cuello”, “Alberto Malagón”, “El Chino”, “Félix Germán”, “Moncho Imbert”, “Cayeyo Grisanty”, “Jaime Durán”, “Hugo Toyos”, “Fafa Taveras”, “Norge Botello”, “Vinicio Echavaría”, “Miguelito Vásquez Fernández”, “Bueyón Carvajal Martínez”, según el autor, crearon profundas desilusiones en “Manolo”, aunque a pocos de estos  se acumulan acusaciones tan graves como a “Fidelio”, “Emilio”, “Polo”, “Luis Peláez”, “Ozuna”, el tal “Luisito”. “Tanto Luisito como Ozuna tendrían más empatía con sus nuevos comandantes (Neit Nivar Seijas y Enrique Pérez y Pérez) que las que tuvieron con Manolo”, asegura Edwin Disla.

 Otros nombres de personas supuestamente vinculadas de alguna forma al “Manolo” de Edwin Disla son: “Isabel Mayer”, Manuel Tavárez”,  “Domingo Peña Castillo (La Cuca)”, “Doña Fefita”, Eduardo, Edda, Emma y Ángela Tavárez Justo”, “Leo”, “Milagros”, “Tomás Pujols Sanabia”, “Rafael Valera Benítez”, “Guillermo Sánchez Sanlley”, “Carlos Lizardo”, “Luis Espínola”, “Lisandro Macarrulla”, “Luis Félix de la Mota”.

“Carmen Tavárez Mayer”, “Quillona”, “Cocuyo Mieses”, “Oscar Torres de Soto”, “Juan José Cruz Segura”, “Josefina de Moya”, “Enrique Mirabal”, “Mercedes (Chea) Reyes”, “Dedé Mirabal”, “Papy Viñas”, “Hortensia y Marcial Silva”, “Jaime Ricardo Socías”,  “Cachulo”, “Alfredo Parra Beato”, “Ángel Concepción”.

 También “Bacho”, “Yuyo D’Alessandro”, “Josefina Ricart”, “Las mellizas Diez”, “Caonabo Abel (Caín)”, “Félix Cabrera”, “Juan Miguel Román”, “Carlos Sully Bonnelly”, “Pipe Faxas”, “Luis Gómez Pérez”, “Niní Germán”, “Marcos Pérez Collado”, “Miguel Lama”, “Fidel Castro”, “Hugo del Villar”, “José Daniel Ariza”, “Pedro González”, “René del Risco”, “Miriam Morales”, “Grey Coiscou”, “Asela Morell”, “Dulce Tejada”, “Fe Violeta Ortega”, “Nabú Henríquez”, “Puchito García Saleta”, “Benjamín Ramos”, “Tony Barreiro”, “Rubén Echavarría”

Además “Tony Guzmán”, “Imbert Barrera”, “Evelio”, “Baby Mejía”, “Marcos Rodríguez, hermano de Polo”, “Máximo López Molina”, “Fenelón Contreras”, “Alexis Brache”, “Mameyón”, “Lourdes”, “doña Chechelé” y miles más diseminados en 642 páginas.

 “Manolo”, según esta obra, fue todo amor, comprensión, valentía, ternura con unos guerrilleros enfermos, deshidratados, desnutridos. Hasta tuvo compasión de “Filión” o “El Manchao” a quien “Emilio” quiso fusilar cuando  intentó desertar. Además de símbolo de dignidad, entrega, patriotismo, representó la comprensión, el sacrificio. Dice Disla que luego de un encuentro con el líder, el derrocado Presidente Juan Bosch opinó: “Yo creía que la pureza sólo se encontraba en los laboratorios hasta que conocí a Manolo”.

El libro puede ser descrito como un auténtico manojo de presuntas revelaciones ¿Pero como establecer si  son ciertas o son fábula? Este es un “Manolo” aventurero y mujeriego en extremo que llega a engañar a su esposa “Minerva” con “Marien”, una “muchacha hermosísima que balanceaba su cuerpo de guitarra caminando con armonía.

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