Un siglo antes de Cristóbal Colón, dos exploradores enfrentan un viaje extraordinario en el norte profundo, en las rutas comerciales vikingas hasta las costas de Canadá.
Un mapa antiguo que muestra islas misteriosas, un príncipe de la familia Sinclair y el documento original de los viajes de Nicolò y Antonio Zen.
En la Biblioteca Marciana de Venecia en Piazza San Marco, hay un libro de 1558 (publicado por Francesco Marcolini) sobre el descubrimiento de las islas de Frislanda, Eslanda, Engronrland, Estotiland e Icaria, descubrimiento realizado en el Ártico por los hermanos Zen. El editor del libro explica que la historia fue escrita por Nicolò Zen el joven, bisnieto de Antonio y Nicolò Zen. Se trata de la transcripción de cinco largas cartas (memorias) de sus antepasados que encontró en la biblioteca familiar. El autor logró reconstruir la historia agregando partes del texto faltante para dar sentido a la narración.
Nicolò el joven, no era un autor de historias imaginarias, fue miembro del importante Consejo de los Diez de Venecia, héroe de la Serenísima e ingeniero hidráulico, fue un hombre de gran valor, estimado y respetado, ocupó cargos importantes en la vida política y militar.
Venecia, en el siglo XVI fue la capital mundial de la edición y los relatos de viajes fueron entre los libros de mayor éxito. Nicolò el joven quiso dar prestigio a la familia dando a conocer las hazañas de sus antepasados. Al texto añadió un mapa náutico conocido con el nombre de Mapa de Zen. Es un mapa geográfico normal del siglo XIV, en el que se distinguen claramente Noruega, Suecia, Groenlandia e Islandia. Pero en el mapa aparecen islas misteriosas de las que nadie había oído hablar entonces: Frieslanda, Icaria, Estotilanda, e incluso las costas de Terranova, en la actual Canadá y parte de las zonas más australes.
Del libro comenzaron a difundirse varias ediciones que llegaron a manos de Gerard Kremer, el gran cartógrafo conocido como Mercator, quien quedó intrigado y utilizó el Mapa de Zen para su Mapa del Mundo Moderno (1569). Las islas misteriosas del Mapa de Zen, continuaron siendo representadas durante algún tiempo en mapas geográficos y mapas náuticos.
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En 1570 el libro en la versión inglesa fue presentado a la reina Isabel por el matemático, astrólogo y cartógrafo de corte John Dee, gran amigo de Mercator. La Reina, tras consultar con expertos geógrafos y navegantes, ordenó preparar una expedición en busca de Friesland encabezada por el corsario Martin Frobisher, que, a pesar de tres intentos, nunca la encontró. Friesland siguió siendo un misterio para los navegantes hasta 1787, cuando el geógrafo francés Jean Nicolás Buache en su escrito “Memoire sur l’isle de Frislande” al observar la latitud aproximada de la isla, sugirió que se tratara del archipiélago de las Feroes. Estas islas fueron colonizadas por los vikingos desde el siglo IX, el archipiélago lo llamaban Faroeisland, isla de las ovejas. Es probable que Nicolò Zen, al escribir sus cartas, pronunció Faroeisland en veneciano medieval Frieslanda.Nicolò el joven ubicó en el mapa erróneamente el archipiélago de Frieslandatal como aparece en el mapa de Matheus Prunes de 1553 en el que aparece una isla llamada Fixlanda.
En sus libros“VenetianNavigators: TheVoyages of the Zen Brothers”e “Irresistibile Nord”, el profesor de la Universidad Americana de Roma Andrea De Robilant, combina la investigación histórica y archivística con viajes a los lugares indicados en el libro del joven Nicolò Zen.
La familia Zen era entre las más antiguas, nobles y famosas de Venecia. Llegaron a la ciudad en el siglo IX, protagonistas en la política, el comercio y la defensa de la laguna. Nicolò y Antonio vivieron la edad de oro de la República, cuando la Serenísima dominaba el Adriático, el Mediterráneo, y el Mar Negro. El Gobierno de la Serenísima era perfectamente consciente de la necesidad de ampliar sus rutas comerciales hacia otras latitudes, sobre todo al norte de Europa, a pesar del poder de la Liga Hanseática. Ya en el siglo XIV, Venecia enviaba exploradores más allá de las Columnas de Hércules para abrir nuevas rutas comerciales.
Aproximadamente en el invierno de 1382-83, Nicolò Zen equipó una pequeña embarcación con armamento adecuado, y partió con su tripulación para Flandes (región comprendida entre la parte septentrional de Bélgica y partes de Francia y Países Bajos).
Nicolò partió solo, elección peligrosa, pero esto le consentía máxima libertad de acción. Venecia trataba en ese entonces de conectar comercialmente, a través del Mar Tirreno y el Atlántico, con Flandes.
El viaje de Nicolò estuvo acompañado de temporales y tormentas desde que entró en el canal de la Mancha, la embarcación sin control ni orientación se dirigió primero hacia el este luego hacia el norte. Según lo escrito en las memorias de Nicolò, la embarcación empujada durante días a latitudes extremas, desembarcó en una isla llamada Frislanda, tierra desconocida para los venecianos. Nicolò cuenta en sus memorias, cómo fueron atacados por los nativos de la isla y cómo fueron salvados por un misterioso príncipe llamado Zichmni, quien les brindó comida y alojamiento. El príncipe, que conocía el latín, era considerado el Señor de esas islas, mantenía el control. Según el estudioso naturalista Johann Reinhold Forster, en el siglo XVIII propuso una interesante teoría que el príncipe Zichmni podría estar relacionado con la familia Sinclair, en particular con Enrique I Sinclair, Conde de Orkney y Señor de Rosslyn. De hecho, Sinclair se pronuncia Zincler, es posible que una mala traducción condujera a Zichmni.
Nicolò Zen, nombrado caballero por el príncipe Sinclair, en el 1383 escribió a su hermano Antonio Zen y le propuso unirse a él. En 1384 Antonio parte en una embarcación para encontrar a su hermano Nicolò.
El príncipe Henry Sinclair (Zichmni) yNicolò zaparon hacia una expedición militar a las Shetland. Según las memorias, una terrible tormenta diezmó las embarcaciones del príncipe, pero logró llegar a las Shetland. A pesar de los errores al señalar las islas en el mapa, los topónimos mencionados por Nicolò el joven son fácilmente identificables, por ejemplo, Estlanda (Shetland), el archipiélago Danberg (Danaberg), Bress (isla de Bressay).
En las memorias o cartas de los hermanos Zen aparece una descripción con curiosos episodios como por ejemplo la descripción de un monasterio donde se aprovechaba la energía geotérmica volcánica para calentar, e incluso se usaba agua caliente corriente. El calor del subsuelo permitía el cultivo de hortalizas y la cocción de alimentos sin la ayuda de hornos de leña etc. Además, los monjes utilizaban las rocas volcánicas como material de construcción. Gracias a las informaciones suministradas por el arqueólogo
Reykjavik, De Robilant ubica el monasterio cerca del volcán islandés Katla en Myrdal.
Nicolò Zen regresó a Venecia, en algunos documentos venecianos lo indican con varios cargos políticos.
Su hermano Antonio Zen decidió permanecer otros diez años al servicio del príncipe Sinclair como comandante de la flota.
Unos pescadores narraban la existencia de unas tierras desconocidas llamadas Estotilanda y Drogeo. Henry Sinclair y Antonio organizaron una expedición exploratoria, desembarcando en la isla llamada Icaria.
No tenían idea de que habían llegado a otro continente, a Terranova en el noreste del Canadá. Estotilanda (antigua colonia vikinga) conocida luego como Nueva Escocia. Nicolò el joven describe en el libro estas nuevas tierras como “Nuevo Mundo”.
El príncipe Sinclair y Antonio Zen llegaron al extremo sur de Groenlandia el 2 de junio de 1398, bautizando esta zona Promontorio de la Trinidad (hoy Capo Farvel). Antonio Zen regresó a las Islas Feroe, el príncipe Sinclair murió en una batalla al regresar a las Feroe en el 1404.
El Reino de Noruega en el siglo XIV incluía asentamientos vikingos en América del Norte, en Nueva Escocia, Terranova y en Groenlandia.
Las cartas de los hermanos Zen narran detalles geográficos y locales tan detallados como para confirmar la veracidad del escrito. Solo aquellos que conocían las tierras del norte y visitaron pueblos y monasterios de Islandia y Groenlandia podrían proporcionar estos detalles. Es sin dudas un relato de un testigo presencial.
Nicolò y Henry Sinclair llegaron a las costas de Terranova un siglo antes que Cristóbal Colón, descubriendo o más bien redescubriendo las costas americanas ya alcanzadas por los vikingos en el siglo X.