En 1961, la concentración de riqueza de Trujillo no pasó desapercibida para algunos que miraban la fortuna cual piñata, y con el ajusticiamiento empezaron a hacer planes de fiesta.
¿Qué hereda el sistema económico dominicano de la dictadura? Sin duda, la concentración de recursos. Hace poco el país “celebró” el aumento oficial que duplicó el salario de los trabajadores del sector agrícola (incluye cortadores de caña). Ahora ganarán 400 pesos la jornada. 6 dólares con 89 centavos.
Por: Juan Miguel Pérez y Patricia Solano
No hay que explicar el nivel de desigualdad que vive la República Dominicana. La delincuencia común nace de ahí, aunque no lo acepten quienes diseñan y ejecutan las políticas públicas e insisten en que el remedio es la mano dura.
Existe el mito, muy repetido, de que durante la dictadura de Trujillo no había delincuencia. Falso. Los periódicos de la época están llenos de delitos comunes. Lo que no había era protesta debido a los brutales mecanismos de terror.
Quizás por ese Estado criminal la concentración de recursos que Trujillo llevó a niveles impensables ha pasado a segundo plano en los análisis, sin embargo, en 1961 no pasó desapercibida para algunos que miraban la fortuna cual piñata, y con el ajusticiamiento empezaron a hacer planes de fiesta.
El espectro antitrujillista es amplio: están los que luchaban por libertad, pura y simple; otros eran más políticos y luchaban por derrocar la dictadura y transformar la sociedad y un último grupo, más pequeño, luchaba por heredar el poder y los recursos que Trujillo había concentrado para si.
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Ya se sabe que en las primeras elecciones libres triunfó un proyecto que tenía vocación genuina de transformar la sociedad para beneficio del pueblo. Para eso promulgó la pieza jurídica más adelantada que ha conocido este país: la Constitución de 1963. El golpe de Estado que tumbó ese Gobierno tumbó también el esquema democrático que iba a distribuir las riquezas del país de una forma más justa y concentró de nuevo en unos pocos lo que Trujillo había mantenido en un solo puño.
Por eso y por otras razones, la dictadura trujillista no ha sido juzgada como debiera, porque la base que la sostuvo ha sido el manual de procedimiento de gran parte de la dirigencia política, y lo económico no escapa a ese modelo.
¿Cómo se explica que a estas fechas el país mantenga, por ejemplo, un esquema semi esclavista de explotación en el negocio azucarero?
Ese era el modelo trujillista, tan cínico, que llegó a cometer un genocidio contra haitianos que vivían en la frontera, pero nunca tocó a los que cortaban caña en los ingenios. Los contratos oficiales para traer braceros llegan hasta muy entrados los 80. Vergüenza.
Pero no todo es trata esclavista. Están también los decretos, leyes de exenciones fiscales, en fin, toda una historia de privilegios concedidos desde el Estado a los mismos que desde el ajusticiamiento bailan debajo de la piñata, buscando algo que se parezca a las burdas disposiciones que promulgaba la dictadura a favor de los negocios del “líder”. Y lo consiguen.
Cambiar ese modelo económico para democratizar la economía y redistribuir las riquezas está pendiente. Seguiremos con el tema.