En el inicio del 2025 existe una serie de temas a los cuales debemos prestar mucha atención por sus impactos negativos en nuestro país.
Un primer tema es el narcotráfico. Es extremadamente preocupante que en los últimos años República Dominicana se haya convertido en el eje de la cocaína en el Caribe. Por su ubicación estratégica en la región, el país se ha convertido en un punto de tránsito importante para las rutas de tráfico de drogas, especialmente hacia Estados Unidos y Europa. Esta situación ha traído consigo serias consecuencias, tanto en términos de seguridad como en el tejido social.
Abordar el problema del narcotráfico de manera efectiva implica no sólo combatir a las organizaciones criminales, sino también atender las causas profundas que alimentan el delito, con el agravante de quedar absolutamente fuera de nuestro control el factor más determinante, la demanda. Un aspecto preocupante del narcotráfico es que corrompe a funcionarios civiles y militares que participan en esas actividades o aceptan sobornos para proteger a los delincuentes, socavando la confianza en las instituciones públicas.
Un segundo tema es el migratorio. El incremento irregular de extranjeros, en su gran mayoría haitianos, producto de la inestabilidad política, la pobreza extrema y los desastres naturales que han afectado a Haití representa un desafío enorme. La situación impulsa a esos inmigrantes a buscar mejores oportunidades, impactando significativamente la dinámica social, económica y política del país. Por otra parte, el anuncio del presidente Trump de implementar un masivo plan de deportaciones de inmigrantes irregulares, del orden de 11 millones de personas, hacia México y Centroamérica mueve a preocupación considerando que se estima en alrededor de 230 mil el número de dominicanos en condición de inmigrantes irregulares (Pew Research Center).
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La ola migratoria y la anunciada política de deportación masiva plantea la urgente necesidad de abordar las causas estructurales de la migración, como la pobreza, la violencia y la desigualdad. La migración seguirá siendo un reto si no se logra el desarrollo socioeconómico en los países de origen.
Un tercer tema es el cambio climático, que afecta a la República Dominicana de diversas maneras, impactando significativamente la economía, el medio ambiente y la vida social. Por la localización geográfica, somos especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, lo que se refleja en fenómenos como el aumento del nivel del mar, el incremento de la frecuencia e intensidad de huracanes y cambios en los patrones de precipitación. Estos fenómenos están cada vez más presentes en el país.
Uno de los efectos más evidentes del cambio climático es el aumento de las temperaturas y la variabilidad en las lluvias. Esto afecta la agricultura, un sector crucial para la economía del país y la seguridad alimentaria de nuestra población. También, el cambio climático representa un gran desafío para el sistema de salud en la medida que contribuye a la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y el zika, debido a la proliferación de mosquitos y otros agentes patógenos.
Abordar la problemática del cambio climático requiere un enfoque integral que incluya la adaptación y la mitigación, así como la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil y la comunidad internacional.
Un cuarto desafío es el proteccionismo. La imposición de aranceles o restricciones a las importaciones dificultaría el acceso de productos dominicanos a mercados importantes y los exportadores dominicanos podrían enfrentar mayores obstáculos para competir. Las políticas proteccionistas podrían encarecer los insumos y productos necesarios para la industria dominicana, elevando los costos de producción y, potencialmente, los precios al consumidor. Sin embargo, estas políticas pueden abrir oportunidades para la industria local y podrían impulsar el desarrollo de cadenas de suministro locales, fomentando la producción interna y la autosuficiencia en sectores clave.
Dos temas más. Primero, la desigualdad social impacta de manera profunda en el desarrollo de nuestro país, limitando las oportunidades para muchos y generando tensiones que pueden afectar la estabilidad social y política. Asimismo, la pobreza sigue significando un desafío que tiene profundas implicaciones para el desarrollo social y económico del país. Abordar estos fenómenos no sólo es un imperativo moral; es, además, un requisito fundamental para construir una sociedad más justa, equitativa y próspera.