El Teatro Nacional viene a llenar un vacío existente en el campo de la cultura dominicana. La obra construida por el Gobierno nacional, después de estudios muy detenidos, será la sede de grandes acontecimientos artísticos que servirán para elevar el nivel cultural del pueblo dominicano.
Es un deber insoslayable de todos los Gobiernos del mundo propender a la exaltación de los valores espirituales para crear en el seno de las naciones la fuerza civilizadora que ha de conducir a cada pueblo a la cristalización de sus más altos sueños culturales.
La inauguración de esta obra debe ser considerada como un acontecimiento culminante en la historia de la cultura dominicana. A todos corresponde ahora la tarea permanente de conservarlo en su bella magnificencia, como corresponde a los pueblos que aman las manifestaciones genuinas del arte.
Joaquín Balaguer.
A finales del año 1969, una noticia causó gran expectativa; la construcción del Teatro Nacional, sueño ambicionado por muchos dominicanos. El arquitecto escogido para tan monumental proyecto fue Teófilo Carbonell. Tres años después, el 16 de agosto de 1973, fue inaugurado el soñado Teatro Nacional.
En horas de la mañana, con la asistencia del presidente Joaquín Balaguer, monseñor Octavio Antonio Beras, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, bendijo el magno edificio. Luego pronunciaron palabras de agradecimiento el arquitecto Carbonell y José de Jesús Alvarez, director de Bellas Artes.
Como cierre del acto el maestro Carlos Piantini, designado primer director artístico del Teatro Nacional, entregó al presidente Balaguer una hilografía de Beethoven, gesto simbólico que indicaba que los “artistas dominicanos asumían con toda responsabilidad el compromiso de dar a aquel colosal espacio su verdadero sentido, convertirlo en un templo por donde habría de pasar lo mejor del arte mundial y en un motor de desarrollo de la cultura quisqueyana”.
Festival de inauguración
Carlos Piantini organizó un verdadero festival para la inauguración del Teatro Nacional, en el que se incluyeron distintas manifestaciones artísticas: música sinfónica, de cámara, coral, ópera, recitales, teatro y danza, y en las que participaron nuestras más sobresaliente figuras y conjuntos extranjeros de gran prestigio. Llegó la gran noche, el aforo del teatro, de 1600 butacas, estaba totalmente cubierto, a las 8:30 en punto sube el telón, en el amplio escenario aparecen colocados la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro de la Guardiamarina de la Escuela Naval, el maestro Piantini hace su entrada, se coloca en el pódium levanta su batuta, escuchamos entonces las notas gloriosas de nuestro Himno Nacional. El público se pone de pie, una gran emoción embargó a todos los que allí estuvimos, conscientes de que vivíamos un momento histórico, un hito en la historia cultural de nuestro país. Abría sus puertas el Teatro Nacional.
Luego, hace su entrada el maestro Manuel Simó, inicia el concierto inaugural, con la Suite Pastoral del propio maestro Simó, excelente inicio valorizando la música dominicana. Cierra la primera parte con el Concierto en Mi Bemol Mayor -para dos pianos- de Amadeus Mozart, interpretado por dos grandes pianistas dominicanos: Manuel Rueda y Oscar Luis Vadez Mena.
La segunda parte del concierto fue dirigida por el maestro Carlos Piantini, abrió con el bellísimo “Poema” de Ernest Chausson, teniendo como solista al gran violinista dominicano Jacinto Gimbernard. El histórico concierto cerró con la Misa Solemne en Re Mayor, Opus 123, de Ludwig Van Beethoven, interviniendo los cantantes líricos Teresa Garrigosa, Ivonne Haza, Arístides Incháustegui y Frank Lendor, junto al Coro Nacional dirigido por el maestro José Delmonte.
Dos días después, el 18 de agosto, Carlos Piantini al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional, presentó un concierto, en el que fueron interpretadas las obras “Cambiantes”, de Margarita Luna; la Sinfonía No. 5 de Mendelssohn, y el Concierto para violín y violoncello, de Brahms, teniendo como solistas invitados a Sergiu Luca -violín- y Jeffrey Solow -chelo.
El 21 de agosto tuvo lugar un exquisito Recital de Piano a cargo de Francisco Aybar, interpretando la “Suite Iberia”, de I. Albeniz.
Un gran acontecimiento fue la presentación del Harkness Ballet de New York, durante dos noches -22 y 23 de agosto-, primera compañía de ballet presentada en el Teatro Nacional. Al día siguiente se presentó la Orquesta de Cámara de Londres, bajo la batuta del famoso director Richard Schumacher.
Desde Venezuela llegó la Coral Filarmónica de Caracas, integrada por 120 voces y ofreció un magnífico concierto el lunes 27. Al día siguiente la Coral participó junto a Orquesta Sinfónica Nacional en la “Misa de Requiem”, de Giuseppe Verdi, dirigida por Carlos Piantini.
Durante cuatro días, 30, 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre, la Compañía de Teatro de Bellas Artes llevó a escena la obra “El Efecto de los Rayos Gamma sobre las Caléndulas”, de Paul Zindel, ganadora del Premio Pulitzer 1971. Como artistas invitadas participaron Carmen Montejo, Ilka Tanya Payán e Iris Díaz, junto a las artistas de Bellas Artes Mayra Santiago y Aurea Juliao, bajo la dirección de Luis José Germán.
El día 3 de septiembre, la Orquesta Sinfónica Nacional ofreció un concierto que tuvo como invitado al violinista Ruggiero Ricci, y a Carlos Piantini, quienes interpretaron el Concierto para dos violines y orquesta en Re menor, de J. S. Bach, luego Ruggiero interpretó el concierto para violín y orquesta de Nicolo Paganini. La espléndida noche musical cerró con la “Sinfonía Quisqueyana”, de Juan Francisco García. Digno de resaltar es que en cada concierto la música dominicana estuvo presente.
Dos días después en un magnífico recital, se presentó la pianista Ivette Hernández.
Uno de los espectáculos más esperados de este festival fue la presentación de la Opera “La Traviata”. Durante tres noches los amantes del bel canto disfrutaron de esta inmortal opera de Giuseppe Verdi. La noche del estreno, el 6 de septiembre, los solistas fueron Arístides Incháustegui -tenor- Austria Calderón -soprano- y Frank Lendor y Fausto Cepeda -barítonos. La Orquesta Sinfónica Nacional estuvo dirigida por Carlos Piantini, y el Coro Nacional por José Delmonte. La parte danzada estuvo a cargo del Cuerpo de Baile de la Escuela de la profesora Clara Elena Ramírez. Los días 7 y 8, participaron los tenores Henry Ely y Rafael Sánchez Cestero.
En honor al gran maestro, compositor y director José de Jesús Ravelo, el 17 de agosto fue inaugurada la “Sala Ravelo” con capacidad para 160 espectadores, situada a la izquierda de la principal, un espacio más modesto, más íntimo, dedicado a pequeños espectáculos .El concierto inaugural estuvo a cargo del conjunto de cámara “Ars Nova”, dirigido por Francois Bahuaud. El domingo 19 en esa misma sala, Ramón Díaz presentó un Recital de Piano, y el día 20 tuvo lugar un Recital de Voz, en el que participaron Arístides Incháustegui -tenor-, Ivonne Haza -mezzosoprano- y Vicente Grisolía, -pianista acompañante.
El mes de septiembre fue dedicado al teatro, con una magnífica programación a cargo de la Compañía Nacional del Teatro Español, dirigido por Víctor A. Catena. Las obras presentadas fueron “Don Juan Tenorio”, de José Zorrilla; “La Niña Boba”, de Lope de Vega; “La Feria de Cuernicabra”, de Alfredo Mañas, y “Tablao de la Villa de Madrid”. Intervinieron grandes artistas españoles como Amparo Baró, Queta Claver, Armando Calvo, y Francisco Piquer, el bailarín Paco de Alba y la cantante Encarmita Polo.
Un numeroso público asistió a todas las presentaciones de este festival de inauguración. Se abría un nuevo espacio para el arte y la cultura de nuestro país.
“Pido a Dios que este Teatro Nacional, orgullo legítimo de todos los dominicanos que sientan serlo de verdad, se mantenga incólume a través del tiempo, y que su magnífica estructura y lo que ella alberga, de aquí en adelante, sirvan de testigos a las futuras generaciones de lo que aquí se puede hacer”. Carlos Piantini.