Parece una verdad de perogrullo, pero en este país, donde todos los días sale un trujillito a la calle, hay que repetirlo a modo de recordatorio: no hay democracia sin demócratas, y los primeros que lo olvidan son los partidos políticos y quienes los dirigen. Lo que también es una verdad sabida y reconocida, aunque luego resulte engorroso explicar porqué, si se benefician de la democracia y dicen actuar en su nombre, cuando les toca ponerla en práctica en su propia casa llegan las excusas, las maniobras y subterfugios para convertirla en instrumento de los que mandan y dirigen.
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El tema vuelve a debate luego de la decisión del partido Fuerza del Pueblo, que lidera el expresidente Leonel Fernández, de excluir a las bases de esa organización de la escogencia de sus autoridades. La pasada semana la Dirección Política de la FP aprobó que la nueva Dirección Central, compuesta por 1,500 integrantes, sea la que escoja al presidente, al vicepresidente y al secretario general, en lugar de los 87 mil delegados que se había informado sería el padrón de votantes que se utilizaría el próximo cinco de abril.
La maniobra, según lo que ha trascendido, busca garantizar que su actual secretario general, Antonio Peña Mirabal (Peñita), permanezca en la posición. La decisión le cerraría el paso a las aspiraciones de los exsenadores Dionis Sánchez y Franklyn Rodríguez, que han pataleado por un cambio de guión que tiene el propósito de favorecer a Peñita, pero se da por un hecho que tendrán que resignarse o irse a otro partido donde haya mayor democracia interna. Aunque no tienen mucho de donde escoger, pues en el PLD, su antigua casa, Danilo Medina anda en lo mismo buscando repetir con Francisco Javier García, quien ya formalizó sus aspiraciones de ser candidato presidencial, el mismo error que cometió con Gonzalo Castillo, con lo que se burló de la democracia interna y del derecho a aspirar de sus compañeros de partido. ¿Volverá a salirse con la suya?