A estas alturas es mucho lo que se ha hablado y comentado sobre la renuncia de Francisco Javier García como coordinador de campaña del candidato presidencial del PLD, el alcalde de Santiago Abel Martínez, y el daño que le hace a una candidatura que nunca logró despegar ni llenó las expectativas que el peledeísta con mayor experiencia dirigiendo campañas electorales lo haya soltado en banda.
La razón de que la opinión pública ponga tanta atención en el episodio se justifica ya que podría desembocar, si la cosa está tan mal como algunos dicen, en la virtual salida de competencia de uno de los candidatos presidenciales, obligando a un cambio de estrategia de los partidos restantes bien sea para sacarle provecho a la desbandada peledeísta o para minimizar sus efectos si la migración se produce hacia su destino natural, donde encontrarán tantas caras familiares: la Fuerza del Pueblo del expresidente Leonel Fernández Reyna.
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Mientras los hechos y su discurrir determinan, con el paso de los días, de qué forma irá reconfigurándose el panorama electoral el candidato presidencial peledeísta anunció ayer, en un comunicado, que asumirá de manera provisional la coordinación de su propia campaña “con el propósito de fortalecer los lineamientos en torno a su proyecto presidencial”, con lo que pone al desnudo su nivel de aislamiento en el PLD.
Cuesta creer que no haya un compañero a quien pueda confiarle esa tarea y el problema parece estar, como señala en su comunicado, en los “lineamientos” de su proyecto, entre los cuales figura una eventual alianza con la Fuerza del Pueblo, que el candidato peledeísta rechazó el pasado fin de semana.
Esa declaración lo alejó aun más de tantos peledeístas que ven en esa alianza una apuesta más segura para regresar al poder. Pero de eso no se da cuenta Abel Martínez, que error tras error ha conseguido perderse él solito y sin ayuda de nadie (por eso dice que se fue Francisco Javier) en el laberinto de intereses contrapuestos que es hoy el PLD.