El presidente Luis Abinader como líder político, tiene el desafío en estos cuatro años de gestionar, propiciar y lograr las reformas pendientes por décadas, pero, demandadas por los diferentes sectores sociales, y, postergada por los partidos y presidentes, huyéndole al costo político y a las consecuencias de confrontaciones con los diferentes sectores.
Un líder va más allá de tener seguidores y ganar elecciones. Un líder con visión de transcendencia y de convertirse en un modelo de referencia político-social, digno de imitar y dejar un legado para las presentes y futuras generaciones; se centra en reformas, en leyes, en fortalecer instituciones, en crear estructura de desarrollo y proyectos sostenibles en el tiempo que, permitan fortalecer a una nación, con ciudadanos, educados, con derechos y deberes, con salud y justicia social, donde paguen sus impuestos, pero que reciban pensiones dignas y equitativas.
Gerenciar la distribución de la riqueza, la más mínima corrupción, la transparencia y, sobre todo, priorizar el gasto social en necesidades estructurales.
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El presidente tiene carácter, madurez, tacto, credibilidad y respeto para gestionar que los de arriba y los de abajo apoyen las reformas “sin el dejar hacer y sin el dejar pasar” de siglos pasados.
Los líderes que transcienden y que redefinen procesos saben que es imposible ser aceptado y comprendido por todo el mundo; Si damos una mirada al pasado, desde Lincoln, Charles de Gaulle, Adolfo Suarez y otros tantos lideres que facilitaron procesos que marcaron la historia de un pueblo, la mente y el comportamiento de sus ciudadanos; lo lograron con reformas y constituciones fuertes y gestionadas no por un periodo, ni una época, fue para la trascendencia de una nación o de un Estado.
Por otro lado, al presidente-líder Luis Abinader, le corresponde fiscalizar y viabilizar los cambios generacionales, aspiraciones presidenciales y políticas del PRM. Para que la patología de los grupos, tendencias, y aspiraciones desmedidas e irracionales, de las viejas prácticas partidarias de la herencia disfuncional de donde surgió el PRM, no impida la gobernanza, las reformas y el poder político.
La conflictividad, los prejuicios, la personalización, la rivalidad y actitudes emocionales negativas, serán de alta repitencia en cada propuesta de proyecto y de reformas.
El presidente Abinader puede y lo va a lograr, con una visión horizontal, con dialogo, revisiones y apertura, pero sin grandes comisiones, cuidándose de los “hombres grises y de los asesinos de reformas y proyectos sociales”. Simplemente con metas, recordando que, las metas a diferencias de los objetivos, tiene fecha de inicio y caducidad.
La sociedad civil, los diferentes sectores sociales que eligieron el mapa político azul, respaldó el buen desempeño y comportamiento ético y político del presidente.
Hoy, las circunstancia, el poder y las necesidades socio-económica y política, son para hacer posible un país de mayor cohesión, más equitativo, de derecho y de justicia social.
Un líder como Abinader lo sabe, lo comprende y tiene el carácter para viabilizar la reforma; para trascender como un Estadista que supo diferenciarse y dejar un legado histórico y estructural.
Al final, el balance y la auditoria existencial y política de Abinader, se conocerá por sus reformas, la institucionalidad, la independencia con la justicia, control de la corrupción, el desarrollo estructural y el espiritual.
Como decía Carl Jung: “yo no soy lo que me sucedió, yo soy lo que elegí ser”