En una de sus intervenciones públicas, el presidente Luis Abinader Corona expresó lo siguiente: “Hay que construir una visión innovadora de la democracia centrada en la transparencia, la profesionalización, la rendición de cuentas y la eficacia administrativa de todos los órganos del Estado”. A juzgar por los hechos, el pronunciamiento del presidente no tocó la sensibilidad y el comportamiento de sus colaboradores: ministros, viceministros, directores y subdirectores generales, así como a otros incumbentes de la Administración pública. Parecería que los funcionarios públicos andan por caminos diferentes a los del presidente.
Es inocultable, en la actualidad, los niveles de insatisfacción que muestran los ciudadanos con respecto a la calidad y pertinencia de los servicios públicos que reciben de parte del talento humano que labora en las distintas agencias del Estado, son aborrecibles. Como se sabe, la satisfacción de los intereses colectivos se realiza fundamentalmente a través de los servicios públicos que brinda la Administración pública. En este sentido, se afirma que el servicio público consiste en facilitar de modo regular y continuo la satisfacción de una necesidad colectiva individualmente sentida.
Según resalta la inteligencia artificial Copilot de Microsoft, la satisfacción ciudadana es la medida en la que los ciudadanos sienten que sus necesidades y expectativas están siendo atendidas por los servicios públicos y el gobierno. Es un indicador clave para evaluar la calidad de vida y la efectividad de las políticas públicas. Además, puntualiza que la satisfacción ciudadana es un indicador que mide cómo los ciudadanos perciben la calidad y eficiencia de los servicios públicos y las acciones gubernamentales. La insatisfacción ciudadana se expande como la verdolaga. Esta aciaga situación ha provocado que el presidente Luis Abinader pidiera a los funcionarios escuchar a los ciudadanos.
Un porcentaje importante de los ciudadanos no encuentra satisfacción cundo acude a una de las instituciones públicas a buscar un determinado servicio. La ciudadanía está harta de la mala calidad que rodean a los servicios públicos. Por ejemplo: el transporte, la energía eléctrica, salud, seguridad ciudadana, agua potable, educación, la recogida de basura, entre otros. Recibir un buen servicio de parte de los Ministerios y de las Direcciones Generales de RD, es igual que sacarse la lotería. Para muestra un botón. Es una meta inalcanzable pretender recibir servicios empáticos, eficientes y oportunos de parte de los Ministerios de Administración Pública (MAP), Medio Ambiente y Recursos Naturales (MIMARENA), Salud Pública y Asistencia Social, así como del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), la Dirección de Pasaportes, las empresas suplidoras de los servicios de electricidad y de agua potable.
Con respecto a la satisfacción de los ciudadanos, los funcionarios públicos actúan como si estuviesen ciegos, sordos y mudos. Parece que no fue buena idea el hecho de que el presidente Abinader anunciara con tanta anticipación que no volvería nuca jamás a postularse para un tercer período de gobierno, tal y como establece la Constitución dominicana. ¿Será que a los funcionarios del gobierno no les importa la satisfacción de los ciudadanos? ¿Será que Abinader tendrá que gobernar solo? La actitud mezquina de los incumbentes del gobierno apunta a que Luis Abinader vivirá cuatro años de soledad. La insatisfacción ciudadana no ayuda a los que gobiernan hoy y pretenden continuar subidos en el palo.
La Ley No. 41-08 de Función Pública establece que los servidores públicos tienen entre otros deberes, los siguientes: prestar el servicio personalmente con dedicación, eficiencia, eficacia, honestidad e imparcialidad en las funciones que se le encomienden de acuerdo con su jerarquía y cargo. En pocas palabras, quien realiza un servicio público, tiene que hacerlo con autoridad, ética, empatía y responsabilidad, pero sobre todo con mucha cortesía, amabilidad y respeto. “El mandatario exhortó a sus funcionarios a escuchar a los ciudadanos, a enterarse de sus inquietudes para buscarles soluciones. Más todavía: expresó que los funcionarios que no pueden escuchar a los ciudadanos no merecen desempeñar los puestos que tienen”. (Editorial periódico Hoy, 19 noviembre de 2024).
“Ojalá que la burocracia estatal, sobre todo la encaramada en las cúspides del poder gubernamental, escuche la exhortación del presidente Abinader, la asimile y, lo más importante y deseado, que la ponga en práctica, que la haga un ejercicio cotidiano y la reconozca como parte de su deber. Necesitamos rescatar la socorrida expresión de que el funcionario es un servidor público, que se debe a los ciudadanos que eligieron al superior que nombró y que es pagado con dinero aportado por los contribuyentes. Necesitamos, pues, que las palabras presidenciales calen en el equipo de trabajo que le acompaña. Que escuche, que oiga, que ponga atención a las necesidades y expectativas de una población que espera vivir con sus necesidades básicas, por lo menos, cubiertas”. (Periódico Hoy, noviembre 19, 2024)
Por el bienestar, la certidumbre y la satisfacción de los ciudadanos, ojalá que el gobierno logré implementar el Programa Burocracia Cero 2.0, con el que se pretende impactar positivamente a 71 instituciones gubernamentales, según ha dicho el ministro de Administración Pública, Sigmund Freund. Los ciudadanos están cansados de la indiferencia, apatía y arrogancia de los funcionarios gubernamentales. Los funcionarios públicos actuales tienen la obligación de ayudar y apoyar más al presidente Luis Rodolfo Abinader Corona. No es justo que sean sus propios colaboradores y compañeros quienes pretendan empujarlo a vivir cuatro años de soledad.