Existe una variedad de definiciones de lo que se entiende como la trampa del ingreso medio. Algunos economistas la conceptualizan como la situación de países de ingreso medio que crecen por debajo de su potencial. Otros entienden el fenómeno como una convergencia excesivamente lenta de países de ingreso medio respecto a países avanzados. También se entiende como la cantidad de tiempo que permanecen los países en los niveles de ingreso medio
Asimismo, una parte de la literatura económica define la trampa del ingreso medio en términos de desaceleraciones del crecimiento a partir de cierto nivel de ingreso. O sea, es un fenómeno en el cual economías que se encontraban creciendo rápidamente se estancan en los niveles de ingreso medio y no logran graduarse como países de ingreso alto.
Conviene aquí explicar cuáles son los países de ingreso medio. Una definición la aporta el Banco Mundial, que divide las economías en cuatro grupos de ingresos: bajo, medio-bajo, medio-alto y alto.
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Para el año 2023, las economías de ingreso bajo se definen como aquellas con un Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita, calculado utilizando el método Atlas del Banco Mundial, de $1,135 o menos; las economías de ingreso medio bajo son aquellas con un INB per cápita de entre $1,136 y $4,465; las economías de ingreso medio alto son aquellas con un INB per cápita de entre $4,466 y $13,845; las economías de ingreso alto son aquellas con un INB per cápita de $13,846 o más.
Solo tres países en América Latina tienen INB per cápita que cae en la categoría de ingreso alto: Chile, Panamá y Uruguay. En sentido contrario, Bolivia, Haití, Honduras Nicaragua corresponden a países con ingreso medio bajo. Los restantes países, incluyendo la República Dominicana, caen en la categoría de ingreso medio alto.
Un gran desafío de los países de ingreso medio alto es lograr colocarse en un nivel de ingreso alto que supere los $13,846. Su reto es evitar estancarse y superar la trampa del ingreso medio. Para esto, es fundamental sostener un nivel de crecimiento que les lleve a alcanzar la categoría de país de ingreso alto.
Otra manera de explorar el estado de las economías de los países es través de un enfoque de ingreso relativo. Se trata de evaluar la evolución del PIB per cápita de un país relativo al PIB per cápita de los Estados Unidos. En estos términos, Im y Rosenblat establecieron una clasificación en cinco grupos: aquellos con ingresos inferiores al 15% del ingreso de Estados Unidos; lo que se encuentran entre el 15% y el 30%; aquellos entre 30% y 45%; aquellos entre 45% y 60%; y aquellos con ingresos superiores al 60% del PIB per cápita estadounidense.
En 2023, seis países latinoamericanos tenían ingresos inferiores al 15% del de Estados Unidos (Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Venezuela); seis países tenían ingresos comprendidos entre el 15% y el 30% del de Estados Unidos, (Perú, Paraguay, Jamaica, Ecuador, Colombia y Brasil); seis países tenían ingresos comprendidos entre el 30% y el 45% del de Estados Unidos, (Uruguay, México, Republica Dominicana, Costa Rica, Chile y Argentina). Solo Panamá tuvo en 2023 ingreso por encima del 45% del ingreso de Estados Unidos, sin llegar la 60%.
Visto en el largo plazo se puede afirmar que la mayoría de los países de la región se encuentra en un nivel de INB compatible con la posibilidad de caer en situación de la trampa del ingreso medio.
Veamos algunos ejemplos.
Comparando el ingreso de los países de la región, relativo a los Estados Unidos, tomando como base los años 1980 y 2023 se aprecia que, en vez de converger, está ocurriendo lo contrario. Son los casos de Argentina, que tenía un PIB per cápita equivalente al 57% del de Estados Unidos en 1980, y redujo este indicador al 33% en 2023; Brasil lo redujo de 35% a 25%; y México, cuya reducción fue de 52% a 31%.
Sólo Panamá, Chile y República Dominicana, desde su condición de países de ingreso medio-alto, muestran una tendencia (lenta) a la convergencia.
Quizá la economía ya cayó en la trampa del ingreso medio.