Agenda para candidatos

Agenda para candidatos

José Miguel Gómez

Desde el inicio de la república se ha gobernado sin agenda y sin proyecto de nación. Ni los liberales ni los conservadores han sido consistentes ni coherentes en asumir una agenda, ni con prioridades, ni a largo plazo para asumir el bienestar ni el desarrollo sostenible. Los partidos presentan programas, los candidatos expresan las propuestas que el equipo técnico les prepara; a veces, hasta se logra asumir las agendas de otros países, ejemplo: acuerdos del milenio, el bienestar de Bután, el desarrollode Guinni, el índice humano de desarrollo etc.
Pero la circunstancialidad, los intereses, el inmediatismo, las presiones internacionales y locales hacen que se asuma el poder o se practique la gobernanza sin una agenda política.
Pedro Santana estaba impedido por su pobreza cognitiva, su trastorno del estado de ánimo; Buenaventura Báez era un narcisista con rasgo antisocial que se preocupaba más por su ego y su grupo que por el país; Lilís cambió y abortó todos los procesos debido a su trastorno de personalidad, sus complejos y su ausencia de resaca moral. Para Trujillo la visión del Estado era él, para él, producto de su megalomanía y su psicopatía. Fueron más de 70 años de autoritarismo, paternalismo y nepotismo, que cambiaron el comportamiento psico-social y político de la República Dominicana.
El inteligente y astuto Balaguer nunca elaboró ni asumió agenda, era un adicto al poder que lo manejaba con la visión de pulpería personal; pero a la vez, con habilidades y destreza social, donde sus adversarios terminaron nombrándolo padre de la democracia. De ahí en adelante se terminó como dijera Francisco Bonó: “los dominicanos individualmente piensan bien, pero cuando se agrupan terminan mal”.
La democracia y el bienestar viven en un péndulo, existen sin soporte institucional fuerte, creíble y respetado. Los valores y la educación para crear ciudadanos responsables y comprometidos, han estado ausentes de la agenda pública y privada. Si miramos a toda Latinoamérica observamos su vulnerabilidad en la gobernanza, su falta de reglas y normas donde los actores políticos respeten los procedimientos instituciones y las agendas para el desarrollo sostenible y humano: bienestar en salud, educación, control de la corrupción, sistema de consecuencias, medio ambiente responsable y sostenible, equidad en la distribución de la riqueza, calidad de los servicios, seguridad jurídica y ciudadana, empleo de calidad, pensión digna, buen manejo del gasto público, pago de impuestos por los que más tienen, transparencia, etc.
Esa agenda deben elaborarla la sociedad civil, las universidades, las iglesias, los partidos políticos, los candidatos a senadores, diputados y alcaldes municipales, los jóvenes y los aspirantes a la Presidencia.
El empoderamiento de la sociedad es demandar y votar por los que pueden asumir una agenda con temas de la sociedad, no de particulares, no de grupos, no de acuerdos sin agendas y sin compromisos.
La gobernanza, la vida democrática e institucional no se basa en acuerdos, en distribuir las instituciones. Históricamente los liberales y los conservadores en el ejercicio del poder han tenido nombre y apellido: conservadores de espíritu.
La ingobernabilidad de la región, sus crisis económicas y sociales, están basadas no en su crecimiento económico que los ha habido, sino en su inequidad, en la corrupción y en la violación de Estado de derecho y jurídico.
El personalismo, el egocentrismo y la visión corta de sus actores políticos y de la clase dominante han preferido apostar al acatamiento social, a la distracción, a la memoria corta, a la indefensión social. Hoy, Chile, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Haití viven en volcanes políticos producto de una ingobernabilidad sostenida en las desigualdades, inequidades, desesperanza y desmoralización sin esperanza.
Los candidatos tienen que debatir, participar, escuchar, plantear su marco teórico y de compromiso con los ciudadanos. Por lo menos, la clase media, los profesionales, los estudiantes, las mujeres y hombres pensantes y comprometidos por el bien de éste país debemos demandarlo.
Asimismo, los empresarios, los dueños de medios de comunicación, los comerciantes, administradores de salud, de la banca y de la agroindustria, deben demandar la agenda nacional, para el país que todos y todas nos merecemos.
La ausencia de compromiso, el accionar al poder sin agenda y sin contrato verbal y escrito nos expone a vivir en la tormenta política y en la sombra de nuestros hermanos latinoamericanos.
Me niego al silencio, a la indiferencia y a la complicidad. Por mi país, por el futuro de tantos jóvenes talentosos y con sueños que merecen un país con garantía de gobernanza y de agenda comprometida.

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