Agua, embalses y presas

Agua, embalses y presas

Imagen animada de una presa.

Sin lugar a dudas, en el futuro no muy lejano, las disputas y/o guerras serán por la captación y utilización del agua potable, la cual debe abastecer de manera suficiente a los países, que fruto del mal manejo de sus recursos naturales y la excesiva deforestación de los bosques y selvas vírgenes, hacen que no se produzca el fenómeno de la condensación y evaporación, cuyo resultado es la escasez de lluvias.

Actualmente en el mundo existe una carencia de agua potable y la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha establecido que los humanos se encuentran en una situación precaria, si el agua potable no se encuentra a menos de un kilómetro y en cantidades suficientes para poder saciar la sed, de una unidad familiar. La misma debe poseer las condiciones básicas de: limpia y segura; incolora, inodora e insípida y carentes de microorganismos tóxicos, entre otros.

En islas como Antigua y Barbuda, Curaçao, Aruba, Saint Martín y otras pequeñas islas del Caribe insular en donde no existen ríos, la población se ha visto en la necesidad perentoria, de construir aljibes que son alimentados por cañerías que acopian las aguas que se escurren por los tejados. Sin embargo, ante la falta de lluvias, se han visto compelidos a montar desalinizadoras de agua de mar, para cubrir las necesidades del diario vivir. Esta técnica avanzada existe, el problema es el alto costo de este sistema, el cual no está al alcance de países en vías de desarrollo.

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Nuestro país, atraviesa por una etapa de desertificación en ciertas áreas vecinas al devorador de árboles constituido por la República de Haití, donde sus ciudadanos cruzan medalaganariamente la frontera, en donde los pocos guardaparques existentes, no pueden detener el torrente invasor en la zona del parque nacional Baoruco. Sin embargo, según el Ministerio de las Fuerzas Armadas, la frontera está sellada, al parecer, por IMPOSDOM.

La desaparición de ríos, escorrentías y cañadas se acelera a pasos agigantados. Se especula, que alrededor de 600 ríos y riachuelos han perdido su cauce como consecuencia de la existencia de granceras que depredan los lechos de los ríos, lo cual ocasiona, que el agua, en vez de fluir normalmente, se filtra, poniendo fin a la continuidad del torrente que llevaba.

En nuestra plantación de café y cacao, tenemos una vegetación exuberante que se aprecia desde la lontananza. Sin embargo, fruto de la despoblación arbórea que han efectuado unos vecinos para dedicar los terrenos para fines de ganadería, tres arroyuelos que siempre mantenían un pequeño flujo de agua, se han secado. Lo peor del caso es, que tuvimos que alquilar una perforadora al carecer de agua, y se profundizó hasta 410 pies y no se encontró el preciado líquido. Años antes, la cantidad de precipitación de lluvia era tan enorme, que a veces ocasionaban derrumbes y deslave de colinas.

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Ahora bien, como es posible que teniendo nuestra población menester de agua potable necesaria para consumo humano y para irrigar nuestras tierras, el agua que cae del cielo la dejemos escapar hacia el mar, que no necesita de ella para sobrevivir.

Es necesario, que nuestras autoridades, no solo dediquen sus esfuerzos a la construcción de grandes presas, como la de Monte Grande, sino que debemos iniciar, sobre todo en zonas de sequías, pequeños embalses o represas que permitan la construcción de minúsculos acueductos para la irrigación de predios agrícolas que necesitan una buena cantidad de agua, como el arroz.

Es incuestionable la apatía con la cual se construye la Presa de Monte Grande en la provincia de Barahona. Los miles de tareas que pudiesen cosechar bienes agropecuarios para la depauperada zona Sur del país, merece que se detengan otros proyectos menos prioritarios. De esa manera podría establecerse un equilibrio en la utilización de los recursos del Estado.

El Gobierno Dominicano debería fijar sus ojos en lo que ha hecho Cuba, que sin poseer grandes ríos como los nuestros, ha represado más de cuatrocientos ríos y riachuelos para que sirvan de soporte al agro. De ese modo, no se desperdicia el recurso sin el cual, el ser humano no puede vivir. Aprovechemos al máximo, nuestros escasos y vitales flujos de H 2O.

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