La humanidad está invitada en esta fecha por la Organización de las Naciones Unidas a mirar reverente, y preocupada por preservarlo de agresiones y dispendios, hacia el líquido esencial para la vida. De particular interés para esta República isleña de recursos naturales limitados, perecederos y bajo ataques irresponsables que causan erosión.

A menos bosques, menos ríos; a más impurezas por falta de tratamientos, menor recuperación del agua para usos humanos. A más sedimentación derivada de arrastres de la capa vegetal devastada, severa disminución del almacenamiento para usos humanos y productivos incluyendo electricidad y riego agrícola.

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En el país es ya de limitado acceso y deficiente calidad en algunos sitios aunque en un alto porcentaje de los hogares urbanos disponen de agua segura y mejorada; no tanto en la zona rural. Una cercanía al líquido vital y potable bastante subordinada a los niveles de ingresos. Y a pesar de que el segmento poblacional de menos recursos es inferior al 50% en la mayoría de las ciudades, el 80% de los usuarios citadinos consume el agua potabilizada huyendo de pagarla; en perjuicio de los sistemas que hacen posible los suministros certificados y constantes. La no facturada oscila entre el 45% y el 96%. Una falta generalizada de civismo conspira contra un precioso don de la naturaleza, según el Observatorio Latinoamericano de Servicios de Agua que tiene sus ojos puestos sobre el país.

República Dominicana está clasificada como reino del agua embotellada por la búsqueda desesperada de garantías de inocuidad, un consumo de primera necesidad que agrega costos a las familias. Esto ha puesto en auge industrias embotelladoras cuyas inversiones crecen cada año en más de un 6.4% creando empleos. Sea este Día Mundial del Agua para tomar en cuenta la importancia de preservarla por su valor para la agricultura sostenible, las industrias y los ecosistemas. Esencial para la regulación del clima cuando permanece congelada en los glaciales, estos que bajo el azote del cambio climático del que reniega Estados Unidos, tienden a desaparecer con imprevisibles consecuencias para la estabilidad de las temperaturas globales y el régimen mundial de lluvias.