Una historia novelada que escuché hace algún tiempo, en la cual un ciego y un tuerto cruzaban en un bote un ancho río, al cansarse el tuerto le pidió al ciego que lo ayudase remando. En manipulación del remo, el ciego le propinó en el ojo bueno al tuerto, un fuerte golpe y este exclamó, ya si llegamos. Acto seguido, el ciego se bajó del bote y como no sabía nadar, se ahogó.
Acabamos de leer en el Diario Libre, que la República Francesa y el Canadá están financiando la construcción de ensanches o barrios en suelo dominicano, para alojar haitianos que no tienen donde vivir y se encuentren indocumentados en el país. ¿Y nos preguntamos, no es eso una violación a la Constitución de la República? Dado el estado de indigencia en la cual se encuentra sumido el vecino país, es un esfuerzo laudable. Pero, ¿de dónde vino la autorización para que se lleve a cabo esta acción? Entendemos, que nadie, absolutamente nadie, es decir, ni la Presidencia de la República, ni el Congreso ni las autoridades militares que deben velar por la integración de nuestro territorio, tiene ese derecho.
Desde hace bastante tiempo, se ha rumoreado que en Puerto Plata, Canadá y Francia han establecido asentamientos de haitianos con viviendas que son asignadas por varias ONG, que actúan en nuestro territorio con patente de corso, distribuyendo a su único criterio, los bienes o prebendas que les suministran sus “amos” franceses o canadienses.
Canadá es el segundo país más grande del globo terráqueo con 9.98 millones de kilómetros cuadrados, con una escasa población de apenas 38.9 millones de habitantes, con una densidad de 4 habitantes por km2. En ese basto y rico territorio es que el Canadá, si desea ayudar directamente a los haitianos sin utilizar a la República Dominicana de trampolín, debe establecer estas colonias, ya que en territorio dominicano violan los Artículos 2 y 3 de la Constitución.
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De su parte, Francia, la otrora poseedora de aquella colonia que era la más rica de sus posesiones, cuando accedió a la Independencia de Haití, en el año 1825, para otorgarla sin reclamo, le exigió la no despreciable suma de 150 millones de francos de oro, suma que todavía en los actuales momentos, Haití no ha podido saldar completamente.
¿Cuál es el peligro de este tipo de favelas? Que los movimientos patrióticos y nacionalistas las ubiquen y tomen represalias, incendiando las mismas como sucedió en Rancho Manuel, en Puerto Plata.
Hay que admitir también que Haití tiene una densidad poblacional de 416 habitantes por km2. Con un incremento descomunal. Hoy en día, la población haitiana es de casi doce millones en un suelo paupérrimo y devastado por la utilización de los árboles como material de combustión. Si a eso agregamos, que las mujeres haitianas son de las más prolíferas del mundo, con promedio entre 6 y 8 hijos y por facilidades de nuestro Gobierno, las maternidades del país están sobresaturadas de estas parturientas, que ni siquiera aportan los pampers para el parto. Lo peor del caso es que como el Registro Civil en Haití es casi inexistente, adoptan los nombres de dominicanos y los oficiales de la Junta Central Electoral, en connivencia los validan.
Después del incidente de Rancho Manuel, los haitianos han levantado una ojeriza de parte de la gran mayoría del pueblo dominicano, que en vista de la proliferación de la población haitiana en ciertas comunidades, la villa de Navarrete ha tomado la iniciativa, dando un plazo perentorio a los ciudadanos haitianos para evacuar el poblado, caso contrario lo harán por la fuerza para desalojarlos. Cabe destacar que en este caso es muy probable que el asesinato de estas tres personas quede impune, pues el matador huyo a Haiti y en medio de ese caos , en el que se encuentra ese país, como puede capturarse.
Caso similar ha sucedido en el Hospital de Maternidad de Los Minas, en donde los residentes les han advertido a las parturientas, que a partir del mes de noviembre, no se aceptaran alumbramiento de haitianas. Creemos que se están tomando medidas similares en las escuelas públicas, donde no hay pupitres para los niños dominicanos. Las dominicanas en las salas de maternidad son discriminadas en favor de las haitianas que no aportan absolutamente nada, constituyendo una carga para el Estado Dominicano.
Ha llegado la hora de que las autoridades gubernamentales, especialmente las de Migración, tomen medidas drásticas, antes de que la copa se rebose y no puedan recoger el agua.