ALERTA. Ante las calumnias, Bruno, como Martí: habla sirviendo

ALERTA. Ante las calumnias, Bruno, como Martí: habla sirviendo

Juan Freddy Armando

Conspicuos intelectuales, inteligentes y cultos hombres y mujeres de bien, han desplegado amplia y detalladamente la cantidad y calidad de la obra literaria, intelectual, gestión cultural y ciudadana desarrolladas por el director de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier. Por ello, no tengo que hacer ese recuento de sus servicios a la patria y las letras. Es reconocida por todos su entrega a los más altos intereses de su Moca, su República Dominicana y nuestro idioma castellano.

Esa vocación de dar que Jesucristo tanto destacó brilla con creces en este gran pensador y artista dominicano. Me hace recordar la frase del insigne poeta José Martí, en Patria, periódico del Ejército Libertador de Cuba, en 1871: “Servir es mi manera de hablar: las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y sincero”. Algunos quieren inútilmente echar lodo sobre el oro de Bruno. Pero fracasarán en su mezquino propósito de mancharlo. Se impone su pulcro y transparente manejo de todos los bienes de esa institución. Todo lo contrario: da mucho más de lo que debía, en tiempo, recursos personales y familiares. Son muchísimas las noches en que amanece trabajando, en vez de estar compartiendo con sus hijos y esposa, o descansando sus 80 años de edad.

Mas está lúcido y laborioso, ora escribiendo la crítica literaria de algún joven talento o veterano escritor dominicano o extranjero que ha aportado a las letras. Ora hurgando la definición de una palabra para las sesiones virtuales o presenciales con otros académicos. Ora, planificando algunas sesiones del Ateneo Insular, que han recorrido todas nuestras provincias, intercambiando conocimientos con escritores de variopintas escuelas estéticas, edades, filosofías, religiones, sin discriminación alguna.

Es decir, la sólida obra del presidente del Ateneo Insular habla per se. La calidad y calidez humana y profesional del fundador del movimiento interiorista, brillante analista y artista se defiende sola.

EL DE BRUNO ES EL ÉXITO DE EMERSON

Es inexplicable que un intelectual cuyos talentos creadores y críticos deberían dedicarse a aportar a nuestro país, emulando el ejemplo de Bruno, se dedique a denostar, a insultar sin fundamento, a un hombre que solo ha trabajado día y noche para colaborar con el desarrollo de las letras, la ciencia y la ética dominicana, con altos valores morales, con limpieza de conducta y manejo de los fondos. Tantas instituciones y personas que tiene nuestro país que sí requieren de la crítica pertinaz, firme, valiente, decidida y franca. Sin embargo, esa persona guarda silencio ante esos desmanes, mientras se entrega a querer vanamente ofender el indiscutible honor de este mocano ejemplar.

Bruno cumple cabalmente con lo que el gran intelectual y creador norteamericano Ralph Waldo Emerson definió como éxito y belleza: “Reírse a menudo y amar mucho. Ganarse el respeto de las personas inteligentes y el afecto de los niños. Conseguir la aprobación de los críticos honestos y soportar la traición de los falsos amigos. Apreciar la belleza de la naturaleza y todo lo que nos rodea. Descubrir lo mejor de los demás. Dar lo mejor de uno mismo sin esperar nada a cambio. Mejorar el mundo un poquito con un hijo sano, un alma rescatada, un trozo de jardín o una condición social redimida. Haber jugado y reído con entusiasmo y cantado con exaltación. Tener esperanza incluso en tiempos de desesperación, porque mientras hay esperanza hay vida. Saber que por lo menos una persona ha respirado más fácilmente porque usted ha vivido. Esto es haber triunfado”.

Define la belleza como un fenómeno interior, precisamente, interiorista, como el movimiento creado por Bruno. Agrega Emerson:

“Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder encontrarla”.

ESPERO LA AUTOCRÍTICA DEL OFENSOR

Como siempre ha de ocurrir con los hombres y mujeres de alma limpia, elevado espíritu, clara inteligencia y buen corazón, auguro que el intelectual que ha faltado al respeto a Bruno Rosario Candelier, como toda persona con sentido del valor propio, ha de sentarse a solas, cerrar los ojos físicos para abrir los del alma y ver su error. Controlar los desenfrenados caballos de sus desaforadas pasiones y ambiciones. Y reconozca públicamente su falta. Eso lo engrandecerá como persona e intelectual.

Bruno, magnánimo y humilde, lo perdonará con un abrazo fraterno. Lo sé porque conozco bien a ambos en su ilimitada templanza.  Volverán a esa amistad que durante tantos años han tenido ambos académicos, para bien de las letras dominicanas y del mundo.

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