Terminé mi artículo anterior señalando que hoy día debemos manejar un concepto más amplio de qué es leer, que no solo se refiera a los libros. Para incluir en el mismo la lectura no solo de obras literarias, sino también de las otras artes más digeribles y seductoras. Hoy, tras el gran desarrollo tecnológico, se lee un masivo e impactante libro: el de los medios masivos de comunicación, de mayor facilidad técnica, menos exigencia mental y mayor efecto en la personalidad de los receptores.
Aunque algunos vean esto como negativo, para mí es la mejor oportunidad para una revolución cultural que favorece acercar a las más refinadas artes y letras al hombre y la mujer sencillos, de la calle, de a pie, quienes solo buscan diversión momentánea. Hoy el libro continúa siendo importante, pero en interacción con otros medios.
Me parece que no hay el “¡S. O. S. a la lectura! (grito desesperado de socorro)” de que nos habla el escritor Sergi Forcadell Feliú. Solo que ahora leer (que significa, reitero, descodificar los elementos de un sistema, percibir y asimilar su contenido, hacer que pase de significante a significado) se concentra más en los medios que dominan nuestro tiempo: internet, redes sociales y radio, tv, prensa y libros en viva interacción.
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Precisamente, una prueba de eso es que el medio que estamos usando para este intercambio de ideas (en vez de radio, tv, prensa o libro, como hubiese sido en el siglo XX) es la más masiva de las ciberedes sociales del siglo XXI: facebook, la más completa y amplia de todas las de la web, gigantesco libro de imágenes y letras.
Mcluhan: Medios calientes y medios fríos
Como indicaba el viejo filósofo canadiense de los medios de comunicación, Marshall McLuhan: «The medium is the massaje» = «El medio es el mensaje». Parafraseándolo, decimos: «Hoy, los medios son el lector».
Recuerdo que en su libro “Understanding media” = “Comprensión de los medios”, establece una lista de medios calientes (a los que califica de: “cerrados, con fuerte densidad de información, no favorecen la interacción, inducen a la pasividad”) y fríos (sobre los que refiere que son: “abiertos, se dispersa entre varios canales sensoriales, escasa densidad informativa, inducen a la participacion, a la interacción”).
De ahí deducimos que, en su sistema de pensamiento, caliente significa que son mentalmente muy invasivos, dan poca oportunidad de participar y pensar a los receptores, los arropan y envuelven, se apropian de su mente y deciden por ellos. Al contrario, los medios fríos piden al lector completar el mensaje, incitan la voluntad de decidir, motivan a ver, pensar, actuar. Por ello, son mejores para el desarrollo de la inteligencia y crítica. Pero, por eso mismo, pueden resultar menos divertidos para el
receptor acostumbrado a ser ente pasivo, ciudadano masa, consumidor autómata de lo que percibe.
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El pensador canadiense tiene su propia lista de medios calientes y fríos. No incluye el internet -por razones obvias, ya que no existía cuando él escribió- ni libro ni teatro, no sé por qué.
Como no estoy del todo de acuerdo con su lista, les comparto la mía. Calientes: televisión, radio, cine, teatro y afines. Fríos: internet, libro, periódico, teléfono, conferencia, conversatorio y afines.
Como el mercado no está interesado, per se, en la educación y formación del consumidor ni en el desarrollo de su criticidad prefiere los medios calientes para enviar sus mensajes. Por esa vía, le ofrece productos que podríamos llamar chatarras, que lo llevan a mantenerse ahí, comprando lo que le venden y engrosando más y más la producción industrial en serie.
Convertir al consumidor en ciudadano crítico, interactivo
Quienes queremos formar ciudadanos críticos, democráticos, con mente libre y abierta, capaces de desarrollar sus potencialidades lógicas, creativas, no debemos obviar ese mercado, sino introducirle productos de consumo masivo con calidad. Productos que, por la forma del medio, son también calientes -cine, radio, televisión, internet- pero su contenido es frío, crítico, creativamente innovador, etc. Hará a las personas ir poco a poco desarrollando su creatividad, inteligencia y sentido crítico. Es decir, películas y directores, actores, programas radio, televisión y productores, todos con alta calidad en sus piezas, innovadores, de profunda factura estética.
Esas películas, canciones, etc. deben llevarse a las escuelas públicas y privadas para labrar el camino hacia los libros que elevan la calidad de la lectura sin perder la calidez. En fin, educar con medios con formas calientes, llenándolos de contenidos fríos, para motivar a las buenas lecturas fílmicas, musicales, teatrales, literarias.