Algo de todo

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Elsa Ramírez de Miura

Por el poderío romano que caracterizó su emperador Julio César, aún luego de la caída del imperio romano, los germánicos adoptaron el nombre del César con la pronunciación “caesar”, adaptado a “kaiser”. Luego la palabra fue tomada por los rusos como “tsísari” y luego como “czar”. El primero en adoptarlo fue Iván el Terrible.

La Academia de la Lengua española incluye la palabra “zar” en la primera edición de su diccionario de 1739, con el significado de “príncipe dominante de Moscovia”, eliminando la “C” inicial.

Iván el Terrible, zar de Rusia, perdió a su padre (Basilio III) cuando tenía 3 años y a su madre a los 8. A los 12 años empezó a torturar y matar animales por entretenimiento. A los 13 cometió su primer crimen político, arrojando a un jefe boyardo a los perros hambrientos que fueron preparados para la ocasión.

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En 1555 mandó a construir la hermosa Iglesia de San Basilio en Moscú, en la actual plaza Roja, con sus famosas 8 cúpulas diferentes en forma de bulbo. Se dijo que dejó ciego a los dos arquitectos (Barma y Postnik) para que no pudieran construir nada más hermoso. Iván el Terrible se hizo famoso por la crueldad de sus métodos. Pocos años antes de morir, mató a su hijo primogénito a palos.

El primer atentado utilizando lo que hoy se conoce como coche bomba, sucedió el 16 de septiembre de 1920, cerca de Wall Street, en Nueva York, con un carro tirado por un caballo. Era el mediodía cuando explotó causando 38 muertos y cerca de 400 heridos. Aunque nunca quedó claro, se cree que la explosión fue en represalia por el apresamiento de dos camaradas anarquistas, Sacco y Vanzetti. Se señaló como posible culpable a Mario Buda, experto en explosivos, un italiano líder anarquista cercano a Sacco y Vanzetti.

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