Los Caballeros Templarios fue una orden fundada en 1118 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns. Su propósito principal era proteger a los cristianos en Jerusalén. La Iglesia Católica estuvo detrás de su creación y estaba formada por expertos y temidos guerreros. Crearon una infraestructura económica increíblemente bien administrada en toda la cristiandad, al mismo tiempo que realizaba innovaciones en los primeros sistemas bancarios europeos.
Los templarios para convertirse en caballero tenían que hacer un voto de pobreza y donar todos sus bienes mundanos a la orden para usarlos como lo considerara conveniente. Juraban por su honor y por su fe que nunca se rendirían ni abandonarían el campo de batalla mientras una bandera con su símbolo ondeara a su alrededor, y estaban igualmente obligados a proteger la bandera con sus vidas.
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Los caballeros establecieron un sistema por el cual cualquier persona que viajara por Tierra Santa podría depositar cualquier objeto de valor con un Templario local, quien les emitiría una nota que podría intercambiarse en cualquier otra oficina de los Templarios en Tierra Santa por el valor de los artículos en oro, un metal o piedra preciosa equivalente. Los historiadores consideran que podría ser reconocido como uno de los primeros sistemas bancarios formales. A través de sus años de batallas, conquistas e incluso comercio, los Templarios consiguieron amasar una inmensa fortuna en forma de oro, reliquias, propiedades y bienes.
El Santo Grial, la copa de la cual habría bebido Jesús en la última cena, se mantiene como la pieza central de los tesoros que custodiaban los Templarios. Se dice que lo custodiaron escondiéndolo en un lugar jamás conocido.