Se entiende el afán desesperado de estas tres entidades políticas para arribar a acuerdos que puedan beneficiarlos electoralmente frente a un contrincante que resulta un hueso difícil de roer por el éxito de sus iniciativas en las distintas circunstancias adversas que, desde el inicio de su primer mandato, ha tenido que enfrentar.
Luis Abinader ha demostrado ser un ejecutivo capaz, fogueado en el fragor del sector privado y seguidor de una filosofía de administración pública pulcra, inculcada con el ejemplo, por su padre José Rafael Abinader.
Puede leer: Un acto de justicia a favor de viejas glorias del deporte
En ese sentido, los máximos dirigentes de los partidos opositores que acaban de anunciar, sin la presencia de sus líderes, una fría alianza municipal y congresual con miras a las próximas elecciones, tienen poco que exhibir a un país que clama, desde las marchas verdes, por el adecentamiento de la administración pública de manera que los fondos del Estado no sigan siendo botín sin control de los políticos en el poder.
Quienes creemos y abogamos por el adecentamiento del país, no podemos perder de vista el pasado reciente de 20 años de saqueo peledeísta a los fondos del erario sin que se resolviera ni uno solo de los graves problemas que afectan a la población dominicana.