Los Angeles, EE.UU.- Comenzó el 11 de junio del 2002 con un par de animadores desconocidos en un teatro vacío haciendo una declaración pretenciosa a los telespectadores. “En vivo en este escenario, un talento desconocido será lanzado al superestrellato”, dijo Brian Dunkleman. “Ustedes en casa decidirán quién se convertirá en el próximo ídolo estadounidense”, agregó Ryan Seacrest. La reacción razonable: sí, claro. Pero resultó que ambos minimizaron la relevancia que cobraría el programa de Fox “American Idol”.
La competencia de canto, que comienza su 15ta y última temporada el miércoles, fue un megaéxito que revigorizó a su cadena. Hizo estrellas de Kelly Clarkson, Carrie Underwood, Jennifer Hudson y otros, y restableció los programas de talento de la TV como un boom que generó “The Voice” de NBC y “Dancing with the Stars” de ABC. “No sólo fue un éxito enorme para Fox sino que impacto a todos los demás”, dijo Bill Carroll, analista de medios de Katz Television Group. “Enfatizó de nuevo el hecho de que la televisión es comunal y que es un acontecimiento”.
“American Idol”, del megaproductor Simon Fuller y basado en su éxito británico “Pop Idol”, hizo aún más. Le inyectó vida a la industria musical cuando ésta y las cadenas de TV luchaban con los cambios generados por las nuevas tecnologías en los hábitos de los consumidores. El fin del programa es el resultado de decrecientes índices de audiencia, el inevitable destino de muchos grandes. “Idol”, que promedió más de 30 millones de espectadores semanales durante su mejor momento en el 2006 y fue No. 1 durante nueve años consecutivos, tuvo unos 11 millones de espectadores semanales la temporada pasada (suficientes como para figurar en el Top 20, pero con menos espectadores jóvenes, predilectos de los anunciantes).
Independientemente de su suerte, la serie recibirá una despedida digna como emblema televisivo, dijo la productora ejecutiva Trish Kihane. Eso, en sus ojos, significa rendir homenaje al pasado mientras se enfocan en la batalla entre candidatos a convertirse en el último ganador de “American Idol”. “Es la dificultad de, `epa, es la 15ta temporada, hagamos nostalgia, miremos atrás a los momentos realmente históricos del programa”’, dijo Kihane. “Pero por otro lado, tenemos que encontrar un ídolo estadounidense increíble. Así que estamos tratando de combinar ambas cosas”.
Para lograrlo “orgánicamente”, dijo, ganadores pasados y finalistas reconocidos tendrán apariciones a lo largo de la temporada, comenzando por las audiciones abiertas en las que Ruben Studdard, Clay Aiken, Taylor Hicks y otros estuvieron presentes para compartir consejos con los aspirantes. También hay planes de duetos de concursantes con sus ahora famosos antecesores. “Todos quieren participar de algún modo”, dijo Kihane.
Un famoso que no empezó en “Idol”, Kanye West, se apareció de sorpresa ante los jueces en las audiciones de San Francisco en septiembre, con su esposa Kim Kardashian West a su lado apoyándolo. Su “prueba” se incluye en el episodio del miércoles. El estreno de la temporada se transmitirá en dos capítulos de dos horas que se transmitirán de 8 a 10 p.m. (hora del este) el miércoles y el jueves, comenzando con una retrospectiva del clip de Seacrest y Dunkleman del 2002. Una concursante que aparece en el primer episodio de la temporada demuestra el impresionante impacto del show en los fans. Michelle Marie Lecza, de Daytona Beach, Florida, quien ve “American Idol” desde que tenía 4 años, puede recitar todos los ganadores de la serie, en orden. “Basé mi vida en `American Idol’. Voy a entrar al auditorio en busca de mi sueño”, dijo la aspirante de 15 años.
Tal fervor hizo de “American Idol” un éxito oportuno. Mientras las redes sociales adquirían impulso, los espectadores querían participar en las conversaciones sobre “Idol” en tiempo real: buenas noticias para las cadenas que venden espacios para anuncios comerciales y para los patrocinadores deseosos de que sus anuncios sean vistos, no adelantados en una grabación de DVR.
Los episodios en vivo de “Idol” incrementaron ese apetito y dieron pie a una variedad de transmisiones en vivo que incluyeron los musicales “The Sound of Music” («La novicia rebelde”) y “The Wiz” en la cadena NBC. Fue un alivio también para el negocio de la música: en el 2009, Steve Knopper, autor de “Appetite for Self-Destruction: The Spectacular Crash of the Record Industry in the Digital Age”, calificó a “American Idol” y sus robustas ventas digitales como uno de los pocos buenos puntos de la industria mientras los consumidores gastaban cada vez menos dinero en discos. La serie se convirtió en una plataforma promocional tan impactante que artistas establecidos como Steven Tyler, Mariah Carey y Prince fungieron como panelistas, mentores e intérpretes.
También lo hicieron Harry Connick Jr., Jennifer López y Keith Urban, quienes regresan por tercer año consecutivo como jueces para despedir a “Idol” en su último año. Los acompaña el entendido e impávido Seacrest, el eje del programa que sobrevivió a los miembros del elenco original Simon Cowell, Paula Abdul y Randy Jackson (y a Dunkleman, que sólo estuvo el primer año). Urban dijo que está menos enfocado en la despedida del show que en la búsqueda de un gran talento. “Suelo olvidar que es la última temporada hasta que alguien lo menciona”, dijo el astro de la música country durante un receso de la producción en el Teatro Dolby. “Se trata de encontrar a la persona adecuada y de asegurarnos de que no se nos escape nadie”.
Dijo que la competencia aún mantiene su poder como impulsora de una carrera en la música. Para la temporada final, unas 75.000 personas se presentaron a las audiciones en Atlanta, Denver, Filadelfia y Little Rock, Arkansas, además de San Francisco.
“Me encanta el hecho de que estos chicos y chicas aún vean la potencia y el potencial de que algo como `Idol’ los lleve a otro lugar realmente rápido”, dijo Urban. Sería ideal que la temporada final produzca otra superestrella pop, dijo Connick Jr.
El programa “ha tenido muchos aciertos y muchos desaciertos. Me encantaría ver que alguien salga y logre lo que Kelly Clarkson logró el primer año, que es vender un montón de discos, vender un montón de entradas a conciertos y convertirse en un artista establecido”, dijo el músico de jazz. “Esa sería una manera maravillosa de terminar”.