La sociedad dominicana ha sido impactada con el cruel asesinato de Orlando Jorge Mera. Un hombre decente, correcto, de buenos tratos y con alta vocación social. Para mala suerte le tocó conocer y socializar con un “amigo” de alto riesgo y de comportamiento de alta peligrosidad: Son personas ansiosas, riesgosas, de tendencia a la adrenalina emocional a través de conductas desafiantes, transgresoras y desconocedores de la aceptación de los límites, de la proporcionalidad, de medir riesgo o consecuencia de sus actos.
El amigo riesgoso olfatea e identifica la beneficencia, el carácter y cierta permisividad de la otra persona; de ahí confronta, desafía y juega a la influencia negativa o a la planificación de involucrar con sus hábitos a las demás personas.
Siempre el amigo de alto riesgo da señales de maledicencia, de conductas incorrectas; pero a la vez, confunde, porque se muestra incondicional, afectivo, generoso y presencial en diferentes circunstancias; sin embargo, lleva una disonancia en sus emociones, en su espíritu dañado, en las ventajas y los beneficios que espera y de la utilidad y los fines con que estableció la dinámica.
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La mayoría de veces ese amigo de alta peligrosidad cela, envidia, guarda resentimiento y remordimiento por la otra persona. En su cerebro se activan actitudes emocionales negativas: ira, rabia, enojo crónico, odio, frustraciones y necesidad enfermiza por alcanzar el merecimiento de la otra persona.
Esas actitudes emocionales, el sistema de creencia distorsionado y limitante, activan pensamientos parásitos que confieren en el comportamiento y en los resultados de vida negativos y riesgosos. A las personas de alto riesgo psicosocial hay que ponerles límites, distanciamiento emocional, exclusión y fiscalización de sus respuestas y conductas inadaptadas; debido a que son recurrentes, persistentes y no se dan por vencidos cuando van detrás de un fin o de una gratificación inmediata.
El cerebro de las personas sanas que utiliza la parte prefrontal y que maneja actitudes emocionales positivas no daña, no adopta conductas peligrosas, ni riesgosas hacia sus amigos, simplemente ante una conflictividad o un desacuerdo dialoga, media, tolera las diferencias o acepta el desapego o el distanciamiento, pide perdón, pero nunca planifica ni ejecuta el hacer daño ni para él ni para los demás.
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El asesinar a un amigo de seis disparos de forma planificada, y organizar todo un escape y demandar protección de forma tranquila, habla de rasgos y de comportamientos disociales, donde no se valora la vergüenza, el sufrimiento, la compasión, la reciprocidad ni el arrepentimiento por el dolor producido. Las relaciones basadas en buenos tratos: “no me dañe no te daño”, son relaciones donde hay afectividad, apego sano, relaciones sin beneficios y sin ventajas, altruismo, solidaridad, bondad y reciprocidad para cultivar una dinámica que fluya con equidad y con respeto.
Hoy estamos en shock e impotentes, donde se ha perdido un hombre bueno, noble, decente, con vocación de servicio para su familia y su país. Las dinámicas peligrosas y de alto riesgo desgraciadamente se van sosteniendo y se construyen a través de los rasgos de la personalidad, de las debilidades y de las necesidades y carencias que a todos nos han construido desde la crianza y lo social. ¡oh Dios! Cuanto duele por Orlando, por su familia, por sus hijos, y por la familia del asesino que ha dañado la historia de cada quien, dejando huellas somáticas en el cerebro quizás insuperables.