§ 1.Nadie, que yo recuerde, a los 62 años de oralizada aquella pieza maestra de la oratoria dominicana, la ha analizado desde la perspectiva de la poética. Lino Romero la analizó desde el punto de vista de la siquiatría dinámica (Trujillo: el hombre y su personalidad. Santo Domingo: Búho, 2006, pp. 33-42). Pero no he leído ningún análisis, desde la visión de la teoría de los miembros el partido del signo, del famoso panegírico pronunciado el 2 de junio de 1961 en la iglesia San Rafael de San Cristóbal por el presidente títere Joaquín Balaguer ante el féretro de Trujilllo y en presencia de Ramfis Trujillo y su plana mayor y ante los hermanos varones, militares casi todos, y ante la presencia excepcional del teniente general José René Román Fernández, secretario de las Fuerzas Armadas e implicado en el complot que acabó con la vida del dictador, y en la foto de aquel acontecimiento dramático no aparece la cara de ninguna mujer, ni siquiera la de la esposa o las hermanas del dictador. La política en el trujillismo fue siempre una cuestión de hombres.
§ 2. Desde 1994 inicié una búsqueda afanosa de este panegírico del cual tenía la certeza que reposaba en los archivos de La Voz Dominicana, pero sin resultado concreto, pese a que le solicité a René Fortunato una copia de dicho discurso al que él tuvo acceso, pues utiliza un fragmento en su documental La violencia del poder. Los 12 años de Balaguer (2003). Luego recurrí a instituciones y personalidades sin resultado alguno: el Archivo General de la Nación, Salomón Sanz, Fernando Infante, Jesús Torres Tejeda y, finalmente a un buscador de lo imposible, José Casanova. Y cuando menos lo esperaba recibí en este 2023 una versión grabada del panegírico a través de la Peña Meridiana, cortesía de Efraim Castillo, uno de los miembros que coordina las actividades del grupo. Y ahora sí, para mis lectores, puedo entregarme a la tarea del análisis rítmico de la famosa y escurridiza pieza oralizada de Balaguer. Se dice, en la poética, que oralizada u oralizado es toda pieza, texto o discurso escritos leídos por el autor u otra persona, y es muy diferente al discurso improvisado, el que se caracteriza por las repeticiones de frases antecedentes, de los famosos “que” relativos, las conjunciones de coordinación y las reenunciaciones del orador, por ejemplo: “Como dije anteriormente” y sus sinónimos, un recurso al contexto y a la memoria y, por supuesto, la continua referencia al público al que se dirige el mensaje.
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§3. No niego, incluso bajo la influencia de mi antitrujillismo probado desde mi llegada en septiembre de 1957 a la pensión de Lolita Pichardo en la avenida Mella 176 esquina 16 de Agosto y mi juntiña con un grupo de mocanos, un barahonero, un neibero y un romanense antitrujillistas (documentados en mi libro Memorias contra el olvido (Santo Domingo: La Trinitaria, 2001) que la escucha del panegírico en el televisor de la pensión de Lolita, mudada ya para ese época a la Mercedes 137, me conmovió por el tono de la voz, la serenidad de la lectura, las pausas gramaticales y el dramatismo que el orador le imprimió al panegírico que buscaba en aquel momento persuadir al auditorio de la grandeza del caído y de la prolongación de su régimen como una eternidad validada por la Providencia divina. Pero mi antitrujillismo me permitió rechazar la retórica envolvente y su dramatismo y decirme que ni el propio orador creía en los ditirambos y los elogios desmesurados de su Luis XIV ni en los logros hiperbólicos que estuvo obligado a martillear para aquel auditorio ávido de oír repetir aquellas verdades que incluso personajes como Petán Trujillo no se las creían del todo. El discurso de Balaguer ante el foro de las Naciones Unidas en octubre de 1961 (La palabra encadenada. Fuentes: México, 1975) no solo me confirmó en mi criterio, sino que reforzó mi convicción de que el mismo panegírico era, para el auditorio de San Cristóbal, la preparación de una estrategia sutil y lenta, casi imperceptible, de la sustitución del poder de Trujillo por el de Balaguer comenzada en el discurso del Estadio Trujillo el 15 de mayo de 1959, en el de la toma de posesión en agosto de 1960 como presidente títere y en el de las Naciones Unidas el 2 de octubre de 1961 en el que se permitió por primera vez brindar al auditorio internacional, pero sobre todo a una oposición dominicana furiosa, la cara y la cruz de la dictadura de Trujillo, discursos todos que analizo someramente en la segunda edición ampliada de mi libro inédito Antología de la oratoria en Santo Domingo.
§ 4. Pero lejos, muy lejos, e ignorantes estaban todos los reunidos en la iglesia San Rafael de San Cristóbal al no saber que el féretro que “contenía” el cadáver por el que vertían tantas lágrimas y sollozos, casi con lentes negros todos los dolientes, no era el de su Jefe amado, sino un féretro lleno de saquitos de arroz, cubierto con la bandera dominicana, tal como lo ha afirmado, sin ningún interés de protagonismo ni de distorsionar lo ocurrido, el urólogo español de Trujillo Antonio Puigvert en su libro Mi vida… y otras más (Madrid: Planeta, 1981) citado por Bernardo Vega en un artículo publicado el 30 de enero de 2021 en Areíto, suplemento cultural del periódico Hoy: «El 30 de mayo de 1961, en una autopista de los alrededores de Ciudad Trujillo camino de San Cristóbal, un grupo de hombres ametralló el Chevrolet deteniéndole en su camino. Su cuerpo reposa hoy en el cementerio del Pardo, de Madrid, a donde llegó de forma rocambolesca, según me contó persona del más absoluto crédito y cuyas fuentes de información eran amplísimas (…)Al Palacio Nacional de Santo Domingo, donde se hallaba de cuerpo presente el general asesinado, llegó por una puerta de servicio una furgoneta militar con dos ataúdes. Uno vacío. El otro, lleno de saquitos de arroz (…) El cuerpo de Trujillo fue introducido en el féretro vacío, sacado de palacio por la propia puerta de servicio, y trasladado en la furgoneta militar hasta el puerto donde embarcó secretamente en el yate Angelita, que zarpó inmediatamente rumbo a Europa (…) Mientras tanto, en la capital de la República Dominicana se oficiaron solemnemente las honras fúnebres por el ‘benefactor de la patria’ ante un ataúd que contenía solamente unos saquitos de arroz. (…) Así me lo contaron.» (Vega, “El urólogo y Trujillo”).
§ 5. No dudo de la versión del Dr. Puigvert. Tampoco de lo transcrito por Vega. Lo que sí observo es un error en el narrador que le contó el hecho al urólogo. “El yate Angelita no zarpó inmediatamente a Europa”. El féretro con el cadáver de Trujillo permaneció en un frízer del yate hasta que Ramfis huyó del país el 18 de noviembre de 1961. Si el cadáver de Trujllo hubiese sido enviado a París antes de la huida de Ramfis, no hubiese aparecido en el yate Angelita cuando Balaguer, presidente ya sin ataduras con Ramfis, ordenó que el yate que llevó a Ramfis y su séquito hasta Martinica para tomar en el aeropuerto de Fort de France un vuelo directo de Air France a París volviera a la República Dominicana, bajo el alegato de que dicha embarcación era propiedad del Estado dominicano. Cuando el navío, que ya se dirigía a las Azores, tocó puerto dominicano en Barahona, es ahí, buscando unos millones de pesos que se suponía estaban en el yate, que aparece el féretro de Trujllo, llevado a la base militar de San Isidro, en estado de putrefacción todavía, y se inicia entonces una negociación entre el nuevo sustituto de Ramfis y amigo suyo, Pedro Ramón Rodríguez Echavarría, nombrado por Balaguer secretario de las Fuerzas Armadas, para que le devuelvan el féretro de su padre y se queden con el resto de lo que haya en el yate. Claro que, como presidente, Balaguer debió autorizar todas las negociaciones, pero quizá haciéndole saber a Ramfis que no tenía nada que ver con eso, lo cual era un asunto de los militares. Los investigadores de nuestra historia trujillista deberán identificar el nombre de la fuente de entero crédito que ofreció la información sobre la sustracción del féretro de Trujillo de Palacio, orden que no pudo provenir más que de Ramfis Trujillo. Devuelto el féretro a Ramfis, los historiadores documentan que el cadáver de Trujillo fue sepultado en el cementerio Père Lachaise y cuando Ramfis fijó definitivamente residencia en España, por razones de seguridad, de negocios, de idioma y de compadrazgo con Franco, entonces ya sí reposan finalmente los restos de Trujillo en El Pardo, en un discreto panteón de mármol negro, como si quisiera esquivar la mirada de posibles saqueadores de tumbas faraónicas.
§ 6. El primer punto de estudio y análisis del panegírico de Balaguer ante el féretro de Trujillo (La palabra encadenada, ya citada, pp. 175-180) es un problema conocido en lingüística como fenómeno de ultracorrección que no es solamente propio de este cortesano, sino de todo cibaeño que al recibir una educación secundaria o universitaria adopta el español estándar y abandona, por campechana y vergonzosa, la pronunciación de la famosa [i] cibaeña, y entonces la cambia por las vibrantes simple o múltiple o por la líquida lateral [l]. Pero en el caso de Balaguer no es únicamente en su panegírico, sino en todos sus discursos, donde se produce este fenómeno de ultracorrección con un gasto de energía tan grande que llega ese vicio de dicción a la hipérbole. Y al pánico de que se le escape en público la [i] cibaeña que aprendió en su tierna infancia en el hogar a través de la servidumbre o la socialización de su entorno infantil y juvenil, pues ni su padre boricua ni su madre puertoplateña le inculcaron ese rasgo lingüístico. Y el segundo punto de análisis rítmico del panegírico de Balaguer será el consonantismo y una métrica invisible aplicada a ese texto en prosa cuyas pausas pequeñas o grandes y los encabalgamientos intentan imitar los versos alejandrinos o los versos dodecasílabos con los que se realzan en círculo vicioso las heroicidades, ficticias más que reales, de los dictadores latinoamericanos.El autor dividió el panegírico en ocho párrafos. El análisis se centrará en el paragramatismo (=consonantismo y vocalismo) y en el sentido a fin de descubrir en contra de qué se inscribe un discurso o qué trata de salvar. El ritmo no es el sentido ni el sentido es el ritmo, pero ambos son inseparables. Los paragramas o las palabras debajo de las palabras (Starobinski), tal como las analizó Saussure en los autores clásicos, son el intento de fundar una poética de la significancia (=proceso a través del cual se construyen los sentidos de un texto) y esta va más allá del ritmo, el cual es el movimiento de la oralidad del habla (la parole) en la escritura. Los padres de Trujillo fueron José Trujillo Valdez (1864-1935) y Altagracia Julia Molina (1864-1964). Hijos de este matrimonio fueron en orden cronológico: 1. Virgilio Trujillo (1887-1967)2. Flérida Marina (1888-1976); 3. Rafael Leónidas (1891-1961); 4. Rosa María Julieta (1893-1980); 5. José Arismendi (Petán, 1895-1969); 6. Amable Romeo (Pipí. 1896-1970); 7. Aníbal Julio (1900-1948); 8. Nieves Luisa (1899-1977); 9. Pedro Vetilio (1902-1981); 10. Ofelia Japonesa (1905-1978) y, 11. Héctor Bienvenido (1908-2002). Al saber Ramfis que los yanquis estaban metidos hasta el cuello en el asesinato de su padre, se olió, como un lince, que todo se vendría abajo y que se desataría la anarquía de las turbas dirigidas por la Unión Cívica para acabar con los restos de la dictadura. Por eso huyó y sacó de Palacio el féretro con los restos de su padre y los llevó al yate Angelita. Fue la última charada al pueblo dominicano y antes de marcharse definitivamente del país, mandó a sacar el féretro con los saquitos de arroz inhumanos en la iglesia de San Cristóbal para fingirle al país que allí fueron sepultados los verdaderos restos de Trujillo. El turbión que siguió a su huida ni siquiera libró a la estatua ecuestre de su padre sembrada en San Cristóbal. Solo quedó el pedestal luego de la tempestad.
(Continuará).